El poeta y crítico literario Jorge de Arco escribe en Andalucía Información esta reseña de El viento sobre el agua. La dejo aquí con mi reconocimiento a sus generosas palabras:
El XXXVI premio hispanoamericano de poesía Juan Ramón Jimenez recayó en su última convocatoria en “El viento sobre el agua” (Col. Autores Premiados. Huelva, 2016) de Santos Domínguez.
Este cacereño del 55, con una obra ya dilatada y reconocida con muy diversos galardones, ofrece en esta entrega un cántico espejeante y emotivo donde la ceniza y la dicha resplandecen por igual frente al reverso de los días. Desde el silencio de la sangre o desde la algarabía del corazón, se van sucediendo los prodigios que giran en derredor del ser humano. Al hilo de una Naturaleza de constante presencia, Santos Domínguez inventaría las “violetas marchitas”, la rama desnuda del invierno”, “la llama azul de un pájaro”, “las arboledas lentas”…, para hacer volar hasta el alma todo aquello que nombra y revela el paisaje interior: “Huellas y cicatrices,/ retazos que el tiempo escribe en la pintura/ con la caligrafía secreta del misterio”.
El silbo de las sombras, la terca querencia de las estaciones, la imaginaria luna que contempla y rasga la existencia, se asoman, también, por esta cartografía laberíntica que incita a la reflexión, y que se reescribe en las letras marcadas de un tiempo mortal, “en las sílabas negras de una lápida fría”.
Una muestra más, en suma, del riguroso quehacer de un poeta mayor y perdurable.