Serás, muchacha, hermosa solo por unos años,
Luego vendrá insolente tu vejez, y del tiempo
Que vives, hazme caso, quedará la añoranza,
Los hombres que dejó tu insultante belleza,
Tu descaro, la fuerza de tu amor femenino.
Igual que yo lo he sido, tú serás un recuerdo,
Tan solo bella imagen de un pasado remoto
Que no habrá de volver.
Y pasarán de largo los hombres que desees,
Y será la aflicción quien comparta tus sábanas.
Regalo de los dioses es esta sinrazón
Que parece que ignoras, un regalo
Que asiste, afortunadamente, a la Naturaleza.
Con ese espléndido poema de Apártate del sol, que publica Siltolá Poesía, se suma Javier Lorenzo Candel a la nómina de poetas que han visitado la variante del Carpe diem horaciano a la que dio forma definitiva Ausonio en el siglo IV con su Collige, virgo, rosas.
Sin ánimo de ser exhaustivo, recuerdo en la poesía española tres sonetos memorables: de Garcilaso (En tanto que de rosa y azucena...), de Góngora (Mientras por competir con tu cabello...) y de Sor Juana (Miró Celia una rosa que en el prado...), un poema de El otoño de las rosas de Francisco Brines (Estás ya con quien quieres...) y otro de Luis Alberto de Cuenca (Niña, arranca las rosas, no esperes a mañana...)
En esta época de tanto adanismo poético no está de más celebrar textos como éste y recordar que como nos enseñó Eugenio D'Ors todo lo que no es tradición es plagio. Y no es sólo una cuestión de temas. La tonalidad de la voz poética, la cadencia serena de su ritmo y la naturalidad expresiva son los elementos que hacen de este texto y de los otros 44 poemas del libro un conjunto admirable que reivindica una dicción poética anclada en la mejor tradición clásica y modulada inevitablemente por una mirada contemporánea que la actualiza y nos la devuelve tan fresca como las rosas inmortales de Ausonio o de Ronsard.