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12 marzo 2018

Máscaras occidentales





Una mano votiva de arcilla en Roma y una imagen de Heracles en el templo de Afaya en la isla de Egina ilustran la cubierta y las guardas de Mitología occidental, el tercer tomo de la obra monumental de Joseph Campbell Las máscaras de Dios, que publica Atalanta con traducción de Isabel Cardona en una edición revisada por Santiago Celaya con las actualizaciones científicas supervisadas por la Joseph Campbell Foundation en 2016.
En la Introducción -Mito y ritual: este y oeste- de La edad de la Diosa, la primera parte  de este volumen escribe Campbell: 
“La división geográfica entre las esferas oriental y occidental del mito y el ritual es la meseta de Irán. Al este se encuentran las dos esferas espirituales de la India y Extremo Oriente; al oeste, Europa y el Levante.” 
Explica allí que “la función superior del mito y el ritual occidentales es establecer formas de relación de Dios con el Hombre y del Hombre con Dios. Además, tales medios los proporcionan instituciones cuyas reglas no pueden aprenderse por ningún examen de la naturaleza, ya sea interno o externo. Reveladas de manera sobrenatural, vienen de Dios mismo, como dice el mito de cada institución; y son administradas por sus clérigos, en el espíritu del mito.
No obstante, surgen ciertas complicaciones, exclusivamente occidentales, del hecho de que, donde se enfrentan dos términos extremos tan contradictorios como Dios y el Hombre, el individuo no puede conceder toda su lealtad a los dos. Por una parte, como en el Libro de Job, puede renunciar a su juicio humano ante lo que cree la majestad de Dios: «¡Mirad!, yo importo poco; ¿que debo responderte?». O, por otra parte, a la manera de los griegos, puede permanecer del lado de sus valores humanos y juzgar, según éstos, el carácter de sus dioses. Al primer tipo de piedad la llamamos religiosa y la reconocemos en todas las tradiciones del Levante: zoroastrismo, judaísmo, cristianismo e islam. A la otra la llamamos, en el sentido más amplio, humanista, y la reconocemos en las mitologías nativas de Europa: griega, romana, celta y germánica.
En general, la historia reciente de la mitología occidental se puede describir en términos de una grandiosa interacción de estas dos piedades contrarias; concretamente, de una violenta marea de intercambios, este a oeste, oeste a este, este a oeste y, de nuevo, oeste a este, empezando por el primer intento serio persa contra Grecia el 490 a.C.”
Organizado en cuatro partes -La edad de la Diosa, La edad de los héroes, La edad de los grandes clásicos y La edad de las grandes creencias-, el volumen ofrece un recorrido por los arquetipos presentes en los ritos, el arte y la literatura desde las antiguas cosmologías y mitologías de la Diosa madre a la Europa renaciente de los mitos celtas y germánicos, pasando por los héroes-conductores-profetas de la Biblia, por la mitología griega, el helenismo y la Gran Roma o por el diálogo entre la Europa heleno-aria y el Levante mediterráneo y semítico, entre la cruz y la media luna.
“En un nivel del pasado más profundo que el del vaivén de Persia, Grecia, Roma, Bizancio, el islam y posteriormente Europa –afirma Campbell-, el legado de la Edad del Bronce proporcionó muchos de los motivos básicos del pensamiento mitológico, tanto occidental como oriental. Es más, el origen de este legado no está ni en la India, como aún creen muchos, ni en China, sino en Oriente Próximo, en el Levante, donde las palas de la investigación arqueológica reciente han descubierto un fondo de preparación que se remonta a ca. 7500 a.C.”