24 abril 2018

Anastasia Tsvetáieva. Mi vida con Marina




Quienes leen ahora los versos de la Marina Tsvetáieva madura sacan de sus páginas la imagen trágica de una poeta y de una mujer que no encontró felicidad en su vida. Y nadie, excepto yo, su medio gemela, recuerda los años de su vida que lo rebaten. Pero yo los recuerdo. Y digo: Marina fue feliz con su sorprendente marido, con su maravillosa hija pequeña, en esos años de antes de la guerra. Marina fue feliz, escribe Anastasia Tsvetáieva (Moscú, 1894-1993) en sus Memorias. Mi vida con Marina, que publica Hermida Editores con traducción de Olga Korobenko y Marta Sánchez-Nieves.

Un libro en el que la hermana de la poeta rusa evoca su infancia, adolescencia y juventud y la relación con Marina, con la que compartió algo que nos acompañó desde los primeros años como una sensación constante: la pasión por la palabra.
Y a Marina le dedica estas voluminosas memorias  que contienen abundantes muestras de sus poemas, con explicaciones de las circunstancias en las que surgieron, en una narración ágil y llena de vivacidad que transcurre a lo largo de casi mil doscientas páginas y que termina con estos párrafos:
...No puedo apartar los ojos de la fotografía. Sólo ahora me creo que ha muerto...
Diez años después de mi viaje a Yelábuga La Unión de Escritores de la República de Tataristán colocó en el cementerio de Yelábuga un gran monumento de granito en honor a Marina: en el lugar que en 1960 yo había marcado con la inscripción "En este lado del cementerio está enterrada Marina Ivanovna Tsvetáieva..." (a continuación, las fechas de nacimiento y de muerte). La Unión de Escritores de la República de Tataristán, lamentablemente, no repitió la primera línea de esta inscripción. Y es que en el futuro quizá se pueda precisar el verdadero lugar de la tumba de Marina: junto al muro derecho del cementerio. 
Pero, a modo de monumento simbólico de la poeta, hace mucho que la gente ha marcado con sus pisadas un sendero por el pequeño cerro, suben al cementerio que hay arriba, a la inscripción en el granito: "Marina Tsvietáieva". 
Tengo 88 años. En otoño de este año, Marina habría cumplido 90.