PARTE POR ROTURA DE LUNAS
Por el camino
eternamente en obras
saltan hasta el cristal
las piedrecillas sueltas
una y otra vez
cada vez que te cruzas
con los demás viajeros
que como tú recorren
el firme en mal estado
una y otra vez
y aunque no seáis muchos
los que habéis decidido no evitar
los múltiples trastornos de esta ruta
en alguna ocasión
se aproxima un vehículo
en dirección contraria
y aunque siempre procuras aminorar la marcha
para evitar siniestros
a veces
de pronto
sucede
que uno de los impactos
agrieta sin remedio
tu dura resistencia de cristal.
Ese es uno de los poemas de Micrografías, el libro con el que Irene Sánchez Carrón obtuvo el XVI Premio Emilio Alarcos.
Sus textos construyen un mundo propio y a la vez cercano con materiales aparentemente triviales, con situaciones cotidianas, recuerdos de infancia o datos de la vida ordinaria de los que la mirada poética extrae el brillo inesperado de un relámpago.
Meditativa en su enfoque y conversacional en su tono, brilla en este libro una poesía de línea clara, sostenida en una voz templada y serena y en una mirada sutil que bajo la transparencia verbal propone un sentido profundo y sugiere un itinerario de lectura que va de lo exterior a lo interior, de lo concreto a lo abstracto, de lo decible a lo indecible, de la rutina al misterio.
Porque, con la profundidad microscópica de las micrografías, la voz que recorre estos poemas se convierte en mirada que va mucho más allá de la superficie de las cosas y habla -¿de qué si no?- de la fragilidad y la incertidumbre, del amor y la muerte.
Entre las aguas evocadas de los días solares y el presentimiento del invierno o la sombra funesta en un espejo, Micrografías es sobre todo una celebración afirmativa del presente desde la conciencia del tiempo, como en el Paseo al amanecer en el que
El sol de esta mañana acaricia de nuevo
los ojos resignados de los que no han dormido
y reciben el día como una rosa efímera
que nace en esta hora
y morirá al crepúsculo.