Víctor Jiménez. Frecuencia modulada
Era sólo una piedra, una más entre muchas,
una piedra del mar. Y allí estaba en la playa,
donde rompen las olas, como si fuera el pecio
de alguna nave hundida, como un sueño de plata,
de plata de otro siglo. ¿Quién la puso a tus pies?
¿Qué luz la iluminó para que así brillara,
igual que una moneda, delante de tus ojos?
¿Qué viste en ella? ¿Acaso, por tanta semejanza,
un corazón perdido? ¿El corazón del mar?
¿Qué impulso o sentimiento te llevó a rescatarla
del fondo de las sombras? Era sólo una piedra,
una piedra del mar por el tiempo tallada.
Ayer latió en tus manos, que le dieron la vida.
Hoy la tengo conmigo, la cuido y me acompaña,
la guardo entre mis cosas porque, al dármela entonces,
sabíamos los dos lo que además me dabas.
una piedra del mar. Y allí estaba en la playa,
donde rompen las olas, como si fuera el pecio
de alguna nave hundida, como un sueño de plata,
de plata de otro siglo. ¿Quién la puso a tus pies?
¿Qué luz la iluminó para que así brillara,
igual que una moneda, delante de tus ojos?
¿Qué viste en ella? ¿Acaso, por tanta semejanza,
un corazón perdido? ¿El corazón del mar?
¿Qué impulso o sentimiento te llevó a rescatarla
del fondo de las sombras? Era sólo una piedra,
una piedra del mar por el tiempo tallada.
Ayer latió en tus manos, que le dieron la vida.
Hoy la tengo conmigo, la cuido y me acompaña,
la guardo entre mis cosas porque, al dármela entonces,
sabíamos los dos lo que además me dabas.
Es uno de los poemas de Frecuencia modulada, el libro con el que Víctor Jiménez obtuvo el XIX Premio Paul Beckett que otorga la Fundación Valparaíso
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