Bestiario de cabildo
Son dos muestras de la reedición ampliada de Bestiario de cabildo, de José Antonio Ramírez Lozano, en la colección Pictoemas de la editorial Amargord.
Ilustrada por Carlos Baonza, no es una simple reedición del libro con el que José Antonio Ramírez Lozano obtuvo el Premio Juan Ramón Jiménez en 1984, sino una antología en cuatro partes que además de Bestiario de cabildo recoge textos de otras obras -La flor de la pavesa, Teluria, Oscura trashumancia, Caliches, Vaca de España y El rey de las cigarras- para componer un bestiario inconfundible y una galería de comportamientos humanos que emparentan algunos poemas de este libro con el fondo moral de las fábulas clásicas.
Es este un bestiario venial, presidido por las hormigas que recorren en procesión los poemas iniciales y finales, y poblado de animales humildes, de vírgenes y difuntos, corujas y santeras, seminaristas y diablos, cigarras y obispos, tontos de baba y pájaros ciegos o sibilas oscuras sobre un fondo de cementerios y altares con santos de andar por casa y novicias temblorosas.
La imaginación y la palabra modulan una mirada sobre la realidad en la que conviven lo lírico y lo narrativo, la fabulación y la memoria, la ironía y la benevolencia, la alucinación y el esperpento.
Y como cauce expresivo, una tonalidad poética en la que Ramírez Lozano reúne el juego y la seriedad, la levedad y la hondura para construir un peculiar mundo literario, expresionista y potente.
Esta es la portada del volumen espléndidamente editado, que se abre con un prólogo en el que Manolo Romero escribe:
Que trasmine la poesía por un género animalístico (lo hizo excepcionalmente Fray Luis de Granada en su Bestiario) es tan difícil que sólo un iluminado lo puede conseguir; Ramírez Lozano lo consigue, es un bendito dialogando con sus personajes que lejos de caricaturizarlos los compone vistiéndolos de encanto y de virtudes.
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