Lichtenberg. Cuaderno J
Con una lista de ‘Libros que hay que comprar o leer’ abría Lichtenberg el Cuaderno J, que recoge sus anotaciones entre 1789 y 1793 y que ocupa el cuarto volumen que publica Hermida Editores de los cuadernos con traducción de Carlos Fortea.
Esa anotación del 1 de enero del año de la Revolución Francesa contiene una relación de títulos muy diversos: libros de costumbres y tablas de logaritmos, astronomía y poesía universal, metafísica y gramática latina, física y mitología. Con esa lista se evidencia la amplitud de intereses intelectuales de Lichtenberg, la insaciable curiosidad de su mirada al mundo y su tamaño como intelectual ilustrado.
La profundidad de su ironía crítica, la lucidez afilada de su inteligencia, el escepticismo de su visión recorren las abundantes y enjundiosas páginas de este nuevo volumen en el que junto con reflexiones hondas aparecen otras anotaciones triviales, como esta del 2 de enero, con el pequeño dato personal, el detalle insignificante que Lichtenberg apuntaba en sus cuadernos como reflejo de su existencia diaria:
El 2 de enero aún me dura la tos, y la punta de la nariz me duele mucho cuando la aprieto, sin que me dé cuenta de que la causa es algún germen finlandés.
Y de la misma manera, conviven en estas anotaciones la reflexión sobre temas altos y hondos -la religión y la razón, la violencia y la libertad, el sexo y el arte, la historia y la crítica filosófica, el azar y la necesidad, la literatura, el conocimiento científico o la Revolución Francesa- apuntes sobre los vinos del Rhin y el Mosela, el ajedrez o los asados:
Tolero los libros quemados, pero ¡los asados quemados!
Tolero los libros quemados, pero ¡los asados quemados!
Una fiesta constante de la inteligencia. Y a menudo, la manifestación de frescura de un Lichtenberg tan agudo y sarcástico como el de estas notas:
Su orejuda excelencia ha oído bien.
Había aprendido a jugar con unas cuantas cositas de metafísica.
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