06 julio 2019

José Antonio Zambrano. Ahora





HISTORIA

Un poema se hace 
con palabras lentas.

Protegidas por el balbuceo 
de una gota de agua sobre el mar.

Hundidas en el refugio
de una rara decencia.

Amparadas por los espejos 
que guardan lo que ven.

Ansiadas por el vicio 
de dar nombre a las cosas.

Todo lo que ambiciona 
el verso de los dioses 
que más sabe de amor.

Es uno de los poemas que José Antonio Zambrano incluye en su último libro, Ahora, que publica Pre-Textos, con un prólogo en el que Luciano Feria subraya que "Ahora es el intento y la realización por parte del poeta del propósito de vivir con la máxima plenitud el tiempo presente sin renunciar a la llamada contradictoria, agridulce, de la escritura."

Desde la serena madurez de una voz afincada en la sobriedad expresiva y en la intensidad del sentido, la poesía de José Antonio Zambrano es conocimiento ( No pido crédito para lo escrito. / Lo hice por saber algo de mí) y consuelo, faro que ilumina la noche y brújula que orienta al poeta, que escribe para fijar su noción de lugar, se desnuda en cada uno de sus versos y convoca la complicidad del lector, que siente cercano el territorio emocional de quien quiere sólo hablar de las cosas / desde un convencimiento.

Un territorio poético delimitado por versos como estos:

El peso de un poema
tiene el tamaño exacto de una obstinación.
La que provocan las palabras 
cuando se abren al mundo.

Poesía y vida, emoción y meditación, temporalidad y esperanza, densidad y transparencia se combinan en estos poemas por los que pasan el amor y la muerte, las sombras y las luces, el sentimiento del tiempo y la conciencia existencial, la incertidumbre de la búsqueda y la luz de las revelaciones con una poética que culmina el largo poema final, Poema del mar y de tus ojos, que remata el libro con la desolada certeza de un claro porvenir hacia la nada.

Y junto con la elegía por el tiempo pasado, la celebración agradecida de la vida, como en este espléndido Voz de sueño, una muestra de la hondura lírica y el temblor sutil que hay siempre en la poesía verdadera, esa que tiene en José Antonio Zambrano uno de sus más altos ejemplos:

Por lo poco que he vivido 
sería capaz de volver a nacer.
Volver a lo cercano de mi vida 
y al acecho de mis ojos.

Volver, agradecido, 
a las horas de un día 
que nombren lo que digo 
y hagan de esa vez mi penúltimo verso.