23 septiembre 2019

Juan Villoro en Menoscuarto



Hoy llega a las librerías Dos amores perdidos, el volumen que reúne dos relatos de Juan Villoro, "dos historias sobre la forma en que el afecto y la memoria recuperan amores que ya no pueden suceder en el mundo de los hechos y encuentran una supervivencia en las palabras", como explica en su prólogo Dos formas de la lluvia.

Llamadas de Amsterdam, cuyo protagonista vive, en palabras de Villoro, "una de esas historias que se entienden mejor cuando se dicen en voz baja", centrada en la figura de un pintor fracasado que sobrevive como diseñador gráfico, y Conferencia sobre la lluvia, monólogo teatral convertido en narración en primera persona de un bibliotecario que improvisa una charla porque ha perdido los papeles de su conferencia sobre la lluvia y la poesía, que "reclama la complicidad de un escucha para hablar en voz alta". Dos relatos vinculados por dos temas, el fracaso amoroso y la lluvia, porque "la literatura es un lugar en el que llueve", "llueve mejor en la imaginación" y "algunos poetas han sabido desarreglar el cielo." 

Con estas Dos formas de la lluvia Menoscuarto inaugura una nueva etapa editorial que unifica toda su narrativa en una sola colección, con un nuevo diseño y la misma apuesta por la calidad literaria.

Una calidad que en esta primera entrega no sólo se manifiesta en las dos narraciones -"dos versiones del amor perdido, o de la lluvia"- , sino en el espléndido prólogo, al que pertenece este párrafo sobre el efecto que produce su lectura:

Una escena legendaria ilustra el modo en que opera esta clase de relatos. Las antiguas caravanas solían compartir el fuego al término de la jornada. Personas que se desplazaban a distintos rumbos cedían entonces a la tentación  de contar lo que habían visto. No todo lo que decían era cierto, pero eso aliviaba el tedio y las fatigas del viaje. Las buenas historias concluían antes de que se apagara la fogata; luego, cuando solo unos tizones brillaban en la oscuridad, los enigmas que se habían narrado alumbraban el sueño de quienes los habían oído.