31 octubre 2019

El arte mágico





Es la portada, con La encantadora de serpientes, de Rousseau el Aduanero, y dos de las abundantísimas ilustraciones -Simonetta Vespucci, por Piero di Cosimo, y  el Desnudo bajando una escalera, de Marcel Duchamp- de El arte mágico, una de las obras fundamentales de André Breton, que acaba de publicar Atalanta con una espléndida traducción de Mauro Armiño. 

Es una peculiar historia del arte que se plantea como una reivindicación de la magia como motor del arte y como una indagación en los orígenes irracionalistas del surrealismo. Porque esa es la clave del planteamiento y la ejecución de esta obra de culto: la búsqueda de una tradición plástica que entronca las piedras paleolíticas de Stonehenge con la pintura de Magritte o de Picasso.

"Enteramente subjetivo y ajeno a cualquier pretensión académica", explican los editores en su nota inicial a propósito de este libro que resume la historia universal del arte desde la prehistoria hasta mediados del siglo XX. Un libro elaborado desde una mirada surrealista que reivindica ese movimiento como punto de llegada de una tradición mágica e irracionalista que arranca del arte prehistórico.

El arte mágico es una expresión que utilizó un siglo y medio antes Novalis, el romántico alemán que Breton reivindica como uno de los eslabones fundamentales de la cadena artística irracionalista que culmina hasta ese momento en el surrealismo, "producto de una experiencia milenaria", que se explora en estas páginas pero que no renuncia a su proyección futura.

"A ojos de Novalis -escribe Breton en el tratado inicial- la magia, incluso despojada de su aparato ritual, conservaría en nuestra vida cotidiana toda su eficacia. Hugo, Nerval, Baudelaire, Lautréamont, Rimbaud, Mallarmé, entre los mayores poetas del siglo XIX, comulgaron con ese mismo sentimiento. Por tanto, cabe esperar que la sensibilidad moderna se haya impregnado profundamente de él."

La primera edición la publicó Breton en 1957 con una tirada muy restringida, lo que convirtió El arte mágico en una rareza bibliográfica y en un objeto de deseo. Hasta 1991 no apareció una segunda edición, más amplia en tirada y en despliegue gráfico, más equilibrada en texto e ilustraciones, que es la que sirve de base a esta traducción y a este espectacular volumen, un objeto visual que gira en torno a un centro de interés, como afirman los editores, a "la cuestión capital de la obra (y de todo el movimiento surrealista): ¿tiene el arte realmente la capacidad de cambiar la vida? Para Breton, la magia, el arte y la poesía, en su dimensión auténtica, son sinónimos y tienen la energía simpática de cambiar la realidad."