22 noviembre 2019

Andanzas de un cuentista


No tengo nada que ocultar de mi vida literaria -bueno, alguna cosilla- pero procuro que en mis biografías y en las solapas de mis libros no consten aquellos pecados de juventud: concursar con una tirada de tercetos encadenados sobre una gloria de la que me informaba astutamente en el Espasa, y si me caía la flor natural, cumplir el trámite del madrigal a la reina de la fiesta mediante un soneto-comodín al que bastaba cambiar un endecasílabo. Uno de esos folclores salió en La Vanguardia y un fabricante catalán me felicitó con grueso membrete mercantil: “No sabíamos, señor Pereira, que fuese usted competente en el ramo de la poesía.

...don Antonio González de Lama, el cura leonés que estuvo entre los fundadores y rectores de la revista Espadaña. Sus críticas de poesía eran temidas en Madrid, y se decía que un poeta garcilasista y vapuleado por el cura le había puesto un telegrama: “Me cago en su padre, padre.

En esos dos fragmentos, tomados de las primeras páginas de Oficio de mirar, de Antonio Pereira, que acaba de publicar Pre-Textos, se aprecia el talento involuntario de un narrador de raza al que cuando se le lee parece que se le oye, un don cervantino al alcance de muy contados narradores. 

Andanzas de un cuentista, 1970-2000 es el subtítulo de la recopilación en un volumen de algunas de las anotaciones de los dietarios inéditos de Antonio Pereira, que toman su título de la columna semanal que mantuvo en los años setenta en La Vanguardia. 

Ni una sola de sus trescientas páginas renuncia al gusto por contar y por sonreír, por celebrar la vida y el cuento. Es un Pereira cercano y cordial, con una mirada y una voz educada en tantas tardes frías al arrimo del fuego de la amistad y de una chimenea a cuya luz brilla la ironía bondadosa del cuentista que anota estas andanzas:

No hago sangre, a lo más me quedo en la ironía sin llegar al sarcasmo, en mi propia biografía no hay desviaciones sexuales ni grandes escándalos. Y para colmo, escribo bien.

Una nueva manera de disfrutar de la mirada penetrante y el dominio de la palabra en la prosa admirable de uno de los mejores narradores españoles de la segunda mitad del siglo XX.