Antología poética de Mandelstam
Vivimos sin sentir el país a nuestros pies,
nuestras voces a diez pasos no se oyen.
Y cuando osamos hablar a medias
al montañés del Kremlin siempre evocamos.
Sus gordos dedos son sebosos gusanos
y sus seguras palabras, pesadas pesas.
De su mostacho se carcajean las cucarachas,
y relucen las cañas de sus botas.
Una taifa de pescozudos jefes le rodea,
con los hombrecillos juega a los favores:
uno silba, otro maúlla, un tercero gime.
Y sólo él parlotea y a todos, a golpes,
un decreto tras otro, como herraduras, clava:
en la ingle, en la frente, en la ceja, en el ojo.
Y cada ejecución es una dicha
para el recio pecho del oseta.
En la traducción de Jesús García Gabaldón, ese es el Epigrama contra Stalin que el poeta ruso Ósip Mandelstam leyó a un grupo de amigos en noviembre de 1933.
Entre esos amigos estaba Boris Pasternak, que le avisó de las consecuencias: “Eso no es un poema. Es un acto suicida, una sentencia de muerte en dieciséis versos. Tú no me has recitado nada y ese poema no existe.”
Fue una profecía que no tardó en cumplirse. Cinco años después, en diciembre de 1938, moría en un campo de trabajo cerca de Vladivostok, tras haber sido deportado a Siberia.
Un año antes, con el fin de reconciliarse con el estalinismo, había escrito una humillante y elogiosa Oda a Stalin que no tuvo ningún efecto benéfico. Escribía allí versos como estos:
Pintor, cuida y guarda al guerrero,
el bosque de la humanidad camina denso tras él,
pues el porvenir es la hueste del sabio,
y, sonriente, atento, le escucha.
El se inclinó desde la tribuna como desde una montaña,
sobre un cerro de cabezas. Deudor de la demanda más fuerte,
sus poderosos ojos son decididamente buenos,
sus espesas cejas iluminan a alguien de cerca.
[...]
Él sonríe con la sonrisa de un segador
y conversa con un apretón de manos
que comienza y dura infinito
en el campo abierto de las seis promesas.
Y cada era, y cada gavilla
es fuerte, prieta y sabia como la vida.
¡Asombro del pueblo! ¡Ojalá viva muchos años!
Esos dos poemas forman parte de la amplia Antología poética que publica Alianza Editorial con edición, traducción, prólogo y notas de Jesús García Gabaldón, que define a Mandelstam como “uno de los mejores poetas del siglo XX. Es un clásico en el más alto sentido de la palabra. Es un poeta extraordinariamente complejo, que concibe la poesía como expresión del pensamiento, como transformación de los instrumentos verbales, como metamorfosis de imágenes, como versificación y como respuesta del poeta a su época.”
Se recogen en sus páginas abundantes muestras de sus libros La piedra y Tristia y de los Cuadernos de Moscú y los tres Cuadernos de Vorónezh.
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