08 marzo 2020

Cioran. ¡Qué lejos estoy de todo!


Ignoro totalmente por qué hay que hacer algo en esta vida, por qué debemos tener amigos y aspiraciones, esperanzas y sueños. ¿No sería mil veces preferible retirarse del mundo, lejos de todo lo que engendra su tumulto y sus complicaciones? Renunciaríamos así a la cultura y a las ambiciones, perderíamos todo sin obtener nada a cambio; pero ¿qué se puede obtener en este mundo? Para algunos, ninguna ganancia es importante, pues son irremediablemente desgraciados y están irremisiblemente solos. ¡Nos hallamos todos tan cerrados los unos respecto a los otros! Incluso abiertos hasta el punto de recibirlo todo de los demás o de leer en las profundidades del alma, ¿en qué medida seríamos capaces de dilucidar nuestro destino? Solos en la vida, nos preguntamos si la soledad de la agonía no es el símbolo mismo de la existencia humana. Querer vivir y morir en sociedad es una debilidad lamentable: ¿acaso existe consuelo posible en la última hora? Es preferible morir solo y abandonado, sin afectación ni gestos inútiles. Quienes en plena agonía se dominan y se imponen actitudes destinadas a causar impresión, me repugnan. Las lágrimas solo son ardientes en la soledad. 

Emil Cioran.
En las cimas de la desesperación.
Traducción de Rafael Panizo.
Tusquets. Barcelona, 2020