20 junio 2020

Biografías de Spinoza



Como poseía un espíritu geométrico y se exigía dar razón de todas las cosas, comprendió muy pronto que la doctrina de los rabinos no era lo suyo. De ahí que se percató fácilmente de que desaprobaba el judaísmo en varios artículos, porque era un hombre que no simpatizaba con la coacción de conciencia y detestaba el disimulo. Declaró, pues, libremente sus dudas y su creencia.
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Sintió tan fuerte pasión por buscar la verdad que renunció de algún modo al mundo para mejor dedicarse a esta tarea.
No contento con deshacerse de todo tipo de negocios, abandonó también Ámsterdam, porque las visitas de sus amigos interrumpían demasiado sus especulaciones. Se retiró al campo, donde meditó a su gusto y trabajó en microscopios y telescopios. Continuó esta vida después de haberse establecido en La Haya, y tanto le gustaba meditar y poner en orden sus meditaciones y comunicarlas a sus amigos que concedía muy poco tiempo a recrear su espíritu, y algunas veces dejaba pasar tres meses completos sin poner el pie fuera de su hospedaje
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Quienes han tenido cierto trato con Spinoza, así como los paisanos de los pueblos donde vivió retirado algunas temporadas, coinciden en afirmar que era un hombre de trato fácil, afable, honrado, cumplidor y muy ordenado en sus costumbres. Esto resulta extraño; pero, en el fondo, no hay que sorprenderse más de ello que de ver a gente que vive muy mal, a pesar de que tiene plena fe en el evangelio.

Pierre Bayle. «Spinoza» (Dictionnaire, 1697, 1702), 
en Atilano Domínguez. Biografías de Spinoza
Guillermo Escolar Editor. Madrid, 2020