Se podría escribir una especie de novela surrealista sobre el petróleo en Venezuela. En la que de repente las gentes se dan cuenta de que están vestidas de petróleo, de que comen petróleo, de que hablan petróleo y a la niña que toca piano se le empegostan los dedos y hay una gran náusea en el país porque de repente todo el mundo descubre que todo huele a ese olorcito medio podrido y pegajoso del petróleo crudo, y que todo está negro rojizo, pegajoso, derretido y mal oliente. Sería una especie del mito de Midas. No que todo lo que toca se le vuelve oro, sino que todas las cosas que lo rodean de pronto se le vuelven petróleo.
Esas frases de Luis Sormujo, el intelectual comprometido en quien refleja sus ideas Uslar Pietri, resumen el sentido de Un retrato en la geografía, su novela de 1962 que planteó como primera entrega de la trilogía Laberinto de fortuna.
Dos años después publicaría su continuación en Estación de máscaras, y con ella abandonaría Uslar Pietri, decepcionado con su participación en la política activa y dolido con la mala acogida crítica, su proyecto de trilogía sobre las repercusiones políticas, sociales, económicas de los cambios materiales y sobre todo de mentalidad de la riqueza sobrevenida en Venezuela con el petróleo.
Protagonizadas por Álvaro Collado, una contrafigura en la que Uslar Pietri proyectó su propio idealismo, las dos novelas trazan un cuadro de conjunto de la realidad venezolana que podría quedar resumida en estas dos intervenciones de Luis Sormujo:
Si todo es petróleo, todo esto es petróleo, todos nosotros somos petróleo. Esa orquesta tan chillona toca con petróleo, aquella mujer, vestida con esa seda blanca demasiado brillante que parece un forro de urna mortuoria, es petróleo. Este whisky es petróleo. Y hasta estas palabras que estamos hablando son petróleo.
Si por arte de magia alguien quitara bruscamente, en este momento, el petróleo de la vida venezolana, sería como si quitaran el esqueleto de una persona, o el sistema nervioso. Desaparecería de repente la orquesta, y la mujer con vestido de forro de urna. Y yo con mi whisky, y Jerry con sus musiúes, y tú con tus leyes, Saúl. Y nos encontraríamos en un conuco de plátano y maíz, junto a un rancho en pierna, oyendo cacarear a unas gallinas flacas que pican gusanos en la tierra.
Sustentadas narrativamente en el uso del diálogo, porque lo que parece interesar al autor aquí es el intercambio dialéctico de reflexiones sobre política y poder, son dos novelas de ideas y de contexto político que acaba de publicar Drácena Ediciones, que sigue rescatando así el conjunto de la obra narrativa de Uslar Pietri, de la que han aparecido otros títulos tan significativos como La ruta de El Dorado, Oficio de difuntos o La visita en el tiempo.