06 junio 2020

Sobre 1984


¿Qué nos dice Orwell? Una de sus bestias negras fue el abuso de autoridad. La sufrió en el internado infantil, la presenció con asco en Birmania y le persiguió a muerte en la guerra civil española. Aquellas experiencias le enseñaron que no se debe temer a la autoridad impuesta, sino a la concedida. El problema no yace en los poderosos ­–siempre va a haber un voluntario dispuesto a dirigir despóticamente un país, una ciudad, una comunidad de vecinos o una familia­–, sino en la masa que les otorga ese poder.

Los líderes más hábiles ­–al igual que Gran Hermano o Napoleón, el cerdo estalinista­– saben que un par de eslóganes encienden más el corazón y el voto que un puñado de datos fríos, ambiguos y complicados. También saben que la crisis económica no es suficiente, por lo que siempre es bueno potenciar el miedo del individuo para que les siga con verdadera pasión. Hay muchos tipos de miedo: miedo a perder el trabajo, la vida, la identidad o incluso miedo a que la propia raza desaparezca. Todos ellos se pueden invocar si se crea un enemigo convincente: los inmigrantes mexicanos, la industria china, los musulmanes terroristas, la ONU… y también los banqueros y empresarios, la Unión Europea, los ricos en general, la derecha fascista o el gobierno central. El enemigo se ha de señalar y después se ha de deshumanizar hasta el extremo, para que su desaparición no quebrante la conciencia del ciudadano.

La creación de un enemigo tiene además el efecto tranquilizador de la mente débil, pues limita el problema. Si el problema es concreto, la solución también lo será. Y eso es bueno. Los problemas complejos y llenos de ramificaciones producen angustia y no son fáciles de resolver. Y eso no es tan bueno.

Fernando Ariza. 
George Orwell en el siglo XXI. 
El poder del miedo en la sociedad. 
El Debate de hoy. 3 de marzo de 2017