¿Qué nos aporta el hecho de caminar sobre los dos pies que nos hace distintos? En términos evolutivos, la bipedación nos permitió salir de África y diseminarnos por todo el globo, desde los remotos glaciares de Alaska hasta los soleados desiertos de Australia. Es una habilidad única que ha configurado la historia humana.
Caminar erguido también nos ha proporcionado todo tipo de ventajas físicas. La bipedación nos deja las manos libres, lo que implica que podemos transportar alimentos, armas o niños. Desplazar la locomoción a los pies, estabilizando el equilibrio a lo largo de la columna vertebral y las caderas, nos permitió asimismo arrojar piedras y lanzas, arrastrarnos con sigilo y atacar a otros con primitivas hachas de piedra, recoger el botín del asalto o el combate y luego desaparecer silenciosamente en la noche. Hemos podido transportar a nuestros pequeños, a menudo a lo largo de grandes distancias, simplemente poniendo una pierna delante de la otra. Caminar erguido ha dotado de movilidad a nuestra mente, y nuestro cerebro móvil ha avanzado hacia los horizontes más remotos del planeta.
Pero los beneficios de caminar no se limitan únicamente a nuestra historia evolutiva, ya que andar resulta también extremadamente beneficioso para nuestras mentes, nuestros cuerpos y nuestras comunidades. Caminar es un acto holístico: todos y cada uno de sus aspectos ayuda a todos y cada uno de los aspectos de nuestro ser. Caminar nos proporciona una lectura multisensorial del mundo en todas sus formas, configuraciones, sonidos y sensaciones, puesto que utiliza el cerebro de múltiples maneras. Posiblemente una de las mejores experiencias en ese sentido sea la de caminar juntos. Caminar en un contexto social –es decir, hacerlo de forma concertada y con un propósito común– puede ser un estímulo eficaz de cara a potenciar un cambio real en la sociedad. Caminar reviste una importancia tan vital y esencial para nosotros –tanto a nivel individual como colectivo– que, de hecho, debería reflejarse en la forma en que organizamos nuestras vidas y nuestras sociedades. Las políticas públicas deberían integrar plenamente la comprensión de por qué caminar nos hace tan distintivamente humanos, y esa idea debería impregnar la planificación urbanística.
Anhelo que llegue un día en que los médicos de todo el mundo prescriban a la gente que camine como un tratamiento básico para mejorar nuestra salud y bienestar individuales y colectivos. De hecho, en las islas Shetland los médicos de cabecera ya han empezado a prescribir caminatas por la playa como tratamiento preventivo contra enfermedades del cerebro y del resto del cuerpo.
Shane O'Mara.
Elogio del caminar.
Traducción de Francisco José Ramos Mena.
Anagrama. Barcelona, 2020.