Severo Sarduy. El barroco y el neobarroco
Lo barroco estaba destinado, desde su nacimiento, a la ambigüedad, a la difusión semántica. Fue la gruesa perla irregular -en español barrueco o berruecco, en portugués barroco-, la roca, lo nudoso, la densidad aglutinada de la piedra -barrueco o berrueco-, quizá la excrecencia, el quiste, lo que prolifera, al mismo tiempo libre y lítico, tumoral, verrugoso; quizá el nombre de un alumno de los Carraco demasiado sensible y hasta amanerado -Le Baroche o Barocci (1528-1612)-; quizá, filología fantástica, un antiguo término mnemotécnico de la escolástica, un silogismo -Baroco. Finalmente, para el catálogo denotativo de los diccionarios, amontonamientos de banalidad codificada, lo barroco equivale a «bizarrería chocante» -Littré-, o a «lo estrambótico, la extravagancia y el mal gusto» -Martínez Amador.
Nódulo geológico, construcción móvil y fango psa, de barro, pauta de la deducción o perla, de esa aglutinación, de esa proliferación incontrolada de significantes, y también de esa diestra conducción del pensamiento, necesitaba, para contrarrestar los argumentos reformistas, el Concilio deTrento. A esta necesidad respondió la iconografía pedagógica propuesta por los jesuítas, un arte literalmente del tape-à-l'oeil, que pusiera al servicio de la enseñanza, de la fe, todos los medios posibles, que negara la discreción; el matiz progresivo del sfumato para adoptar la nitidez teatral, lo repentino recortado del claroscuro y relegara la sutileza simbólica encarnada por los santos,con sus atributos, para adoptar una retórica de lo demostrativo y lo evidente, puntuada de pies de mendigos y de harapos, de vírgenes campesinas y callosas manos.
Si en su mejor gramática en español -la obra de Eugenio d'Ors-, tratamos de precisar el concepto de barroco, veremos que una noción sustenta, explícita o no, todas las definiciones, fundamenta todas las tesis: es la del barroco en tanto que retomo a lo primigenio, en tanto que naturaleza. Para d'Ors , Churriguera «rememora el caos primitivo», «voces de tórtolas, voces de trompetas, oídas en un jardín botánico... No hay paisaje acústico de emoción más característicamente barroca... el barroco está secretamente animado por la nostalgia del Paraíso Perdido»... el barroco «busca lo ingenuo, lo primitivo, la desnudez...» Para d'Ors, como señala Pierre Charpentrat, «el barroco es, ante todo, como es sabido, libertad, confianza en una naturaleza de preferencia desordenada». El barroco en tanto que inmersión en el panteísmo: Pan, dios de la naturaleza, preside toda obra barroca auténtica.
Severo Sarduy.
El barroco y el neobarroco.
El cuenco de plata. Buenos Aires, 2011.
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