No hay nada más débil que meter sentimientos personales en el arte. El artista tiene que apañárselas para que la posteridad piense que él no ha vivido; cuantas menos ideas me hago acerca de él, más grandioso me resulta; yo no logro imaginar nada sobre las personas de Homero o de Rabelais, y cuando pienso en Miguel Ángel, tan sólo veo de espaldas a un anciano de estatura colosal que esculpe de noche, a la luz de unas antorchas.
Gustave Flaubert.
Cuadernos. Apuntes y reflexiones.
Edición y traducción de Eduardo Berti.
Páginas de Espuma. Madrid, 2018
