15 octubre 2020

Sin piel

 



Rescatar la verdad, esa que queda 
en el origen de todo lo vivido, 
ir a verla de frente, sin mayores asuntos, 
sin tiempos sometidos a tu tiempo, 
sin lenguaje siquiera que intentara 
nombrar lo más humano, lo más tuyo.


Así comienza “Cara a cara”, el poema inicial de Sin piel, el último libro de Javier Lorenzo Candel, que publica Siltolá poesía. 


Hay en esos versos y en ese poema, que funciona como un pórtico del libro, un resumen del tono y de la mirada despojada y hacia dentro del poeta, que más allá de la superficie hace una indagación profunda en los enigmas de la identidad y en los rincones de la memoria. 


Escritos con una sinceridad sin concesiones, los poemas de Sin piel son una inmersión hacia el interior, un buceo hacia lo hondo que recorre tiempos y espacios en un ejercicio de búsqueda de respuestas y de reconocimiento por debajo de la piel, con el eco de la infancia y la memoria, porque 


Vivir acaso sea repetir las preguntas, 

reivindicarnos seres en el conocimiento 

para, al fin, ser tan solo 

hombres que dudan, tiemblan, 

incertezas abriendo decepciones. 


Bebemos de esa agua 

que cae del mismo chorro 

en que bebieron miles, 

y su sabor 

es el viejo sabor de lo inefable.


Bajo una mirada a menudo elegíaca se van sucediendo en estos versos las dudas ante una realidad opaca, el sentimiento de culpa, el fracaso y el miedo “y con las tres voy siendo lo que soy: / La sombra de un sujeto que aloja en su negrura / toda la imperfección de los que viven, / por culpables, fracasados, miedosos, / apartados del ritmo de las cosas.”


Pero hay también espacio para la piedad, la serenidad y hasta la celebración del presente, como en La salvación del cobarde, que comienza así:


De cualquiera 

de los tiempos que he podido vivir, 

este es el paraíso.

La casa grande frente al Mediterráneo, 

el mar en calma, arenas 

blancas como mi piel 

y un jardín, antesala 

de los vientos más suaves, del rumor 

de los pájaros, trinos reconocibles.


El enigma de la identidad y el misterio de la vida sobrevuelan todo el libro, que se cierra con este poema titulado Coda:


Si tiras de la piel, 

mira bien en qué gruta encierras el misterio 

del hombre, 

su enigma en todas partes.