26 febrero 2021

Pájaros de América








 

Son cinco de las sesenta y cuatro láminas con escenas de aves que ilustran el Diario del río Misisipi de John James Audubon, el intrépido naturalista, ornitólogo y dibujante, que publica Nórdica Libros en una espléndida edición con traducción de Lucía Barahona.

Desde la primera entrada del jueves 12 de octubre de 1820, en la que evoca el comienzo del viaje en bote por el río Ohio hacia Nueva Orleans,
a donde llegaría por el Misisipi en enero de 1821, hace ahora dos siglos (“He salido de Cincinnati a las cuatro y media de la tarde a bordo del bote de fondo plano del señor Jacob Aumack con destino a Nueva Orleans. Los sentimientos me abrumaban al despedirme con un beso de mi amada esposa y de mis hijos ante la expectativa de una ausencia de siete meses. Conmigo viaja Joseph Mason, un joven de buena familia de unos dieciocho años cuya lozanía va acompañada de una naturaleza afable. Está destinado a ser un compañero y un amigo, y, si Dios nos concediera un regreso sano y salvo con nuestras familias, nuestros deseos fraternizarán con la presente emoción. Dejamos el hogar con la mente resuelta a cumplir nuestro objetivo”) hasta la última anotación, del lunes 31 de diciembre de 1821 (“He dado dos clases a la señorita Palmar, una a la señora Brand y una a la señorita Delfosse. He dibujado un ampelis americano, Ampellis americana”), un recorrido por bosques y ríos de una América casi virgen de la mano del mejor pintor de los pájaros de América.

Y a lo largo de todas estas páginas, entre caminatas por bosques y navegaciones, con frío, lluvia y mosquitos, por canales descubriendo, persiguiendo y cazando aves para describirlas, dibujarlas y explorar sus vísceras, con el relato de percances varios y de una difícil supervivencia en busca de trabajo,
Audubon deja descripciones tan potentes como estas, que transcribo aquí como invitación a una lectura inolvidable:

El veranillo indio, este fenómeno extraordinario que tiene lugar en Norteamérica, está en todo su esplendor. Indudablemente, la roja intensidad del sol naciente y la neblina constante no son fáciles de explicar. Con frecuencia se ha creído que se debía a las hogueras de los indios en las praderas del oeste, pero lo cierto es que desde que salimos de Cincinnati los vientos en dirección este han prevalecido sin que la niebla haya disminuido en absoluto. Es pernicioso en extremo para la mayoría de los ojos, y en particular para los míos.
 
***
 
Buen clima por la mañana, el termómetro ha bajado hasta un grado bajo cero. Preciosa salida del sol reflejándose en la plácida corriente entre los árboles, como una ardiente columna de fuego. Fuerte helada en las cubiertas. Al posarse sobre ella el brillo solar, ha dotado a la escena de una belleza más allá de toda expresión.
 
***

A las nueve se nubló y empezó a hacer frío. Nos dirigimos a los barcos pero antes de alcanzarlos comenzó a nevar y a granizar y quedamos empapados de arriba abajo. Los botes han zarpado con el objetivo de cruzar y traspasar la barrera de Walker y la isla Hurricane. Atracamos tan solo una milla por debajo de esta última, la lluvia va en aumento y el clima es extremadamente desagradable. En esta latitud nunca ha habido tanta nieve en esta época. Vi un busardo calzado, un gavión atlántico. Disparé a dos patos.
 
***
 
Por la mañana sopló viento y no hemos abandonado la costa hasta las nueve. Viento agradable. Clima destemplado y nublado. El señor Aumack ha matado un pato zambullidor grande (malvasía canela) de una bandada de cinco que resultó ser de lo más anodino, y también un colimbo grande. El viento ha provocado que nuestro camarote se llenara de humo. No pude sentarme a dibujar hasta después del almuerzo. Tuve el placer de ver sumergirse a dos de esos colimbos, con la cola tiesa, buceando en busca de alimento. Era la primera vez que veía estas aves y ha sido muy gratificante. Mañana haré una descripción detallada.

 
***
 
Una bonita mañana me ha permitido continuar dibujando desde primera hora. Una helada leve embellecía la salida del sol. Desembarcamos en medio de la isla Cumberland para despachar un esquife encargado de realizar mediciones.
He terminado el pato a la hora del almuerzo y he tenido la fortuna de matar otro del mismo tipo, con las mismas características exactas pero más pequeño. Estas aves salen del agua con aparente dificultad o andares lentos, aunque no se zambullen al oír el fogonazo de una escopeta. En cambio, son muy ágiles volando.
Esta tarde he empezado el dibujo del colimbo grande. Hemos perseguido otro par durante largo rato pero han superado nuestras habilidades. Se zambullían como si descendieran con la corriente pero luego salían unas cien o doscientas yardas río arriba. A menudo metían el pico en el agua; creo que esta es una buena forma de juzgar si hay peces. Disparé a uno de ellos, se zambulló y volvió a salir inmediatamente, como si quisiera ver dónde estaba yo o qué ocurría.

***
 
Las hermosas y transparentes aguas del Ohio al introducirse por vez primera en el Misisipi forman pequeños dibujos y resultan más agradables a la vista a medida que descienden rodeadas por la corriente fangosa. Se mantienen aisladas todo lo que pueden bajando por la ribera de Kentucky a lo largo de varias millas, pero luego se reducen a una franja estrecha y desaparecen. En este punto vi a dos indios en una canoa, hablaban algo de francés, tenían cepos para cazar castores, un aspecto extraordinariamente pulcro, varios jamones de venado, un arma y se les veía tan independientes, libres y despreocupados del resto del mundo que me los quedé mirando, admirando su espíritu, y deseé hallarme en su situación. Aquí el viajero penetra en un Nuevo Mundo, la corriente del río permite navegar hasta cerca de cuatro millas por hora, pone al timonero en alerta y le hace estar atento a problemas y dificultades que en el Ohio resultan desconocidos. El pasajero percibe un cambio en el ambiente, unas expectativas muy diferentes. Las curvas de la corriente y su tonalidad es lo primero en lo que uno se fija, a continuación en las orillas hundidas y en el espesor de los álamos jóvenes. La densidad del agua provoca que el termómetro baje de diecisiete a menos siete grados. Atracamos muy temprano. El capitán Cummings y yo hemos caminado por los bosques y comentado la gran diferencia de temperatura que se siente de pronto.
Me despido del Ohio a las dos de la tarde y siento que una lágrima brota de forma involuntaria, cada momento que pasa me aleja de todo cuanto es querido para mí, de mi amada esposa e hijos.
Al entrar en el Misisipi los botes se separan porque es más seguro navegarlo por separado. Nos sentimos mejor por ello, y reviven la esperanza y los buenos ánimos.
Aunque hoy he cazado mucho, poco vi, y nada nuevo: varios martines pescadores, algunos colimbos, gansos, jilgueros, cuyas entonaciones me recordaron a las de los canarios, varios arrendajos azules, de vez en cuando el canto quejumbroso del azulejo: lamento en gran medida que la fuerte corriente en la que nos encontramos no me permita acceder a la orilla, a menos que atraquemos como consecuencia de la fuerza de vientos en contra.
En el momento presente, el Misisipi es una buena etapa intermedia.