Un viaje por la cultura occidental a través de sus puertas. Así se subtitula Umbrales, el libro de Óscar Martínez que publica Siruela.
Un libro que funde en su enfoque el ensayo, el libro de viajes y la narración para reunir historia y arquitectura, arte y simbología en veintidós capítulos que son las estaciones de un viaje por tiempos y espacios diversos en torno a las puertas y los umbrales, elementos habitualmente invisibles en las historias del arte.
Y sin embargo, señala Óscar Martínez en el prólogo de estos Umbrales, “hay pocos elementos que hayan marcado tanto la civilización. Si hay algo que nos diferencia de nuestros antepasados prehistóricos, además de la escritura, el comercio o la organización social en ciudades, son también las puertas. Y ello es así porque están íntimamente ligadas a uno de los grandes inventos de la humanidad: la arquitectura. No hay arquitectura sin puertas, y casi la práctica totalidad de las puertas en las que podamos pensar están unidas de forma indisoluble a la noción de construcción arquitectónica.”
Se emprende así un itinerario geográfico y cultural que permite descubrir las puertas de entrada, esos lugares de paso hacia el otro lado que marcan el tránsito y delimitan la frontera entre lo exterior y lo interior, entre lo público y lo privado, entre lo abierto y lo cerrado. Así lo explica el autor:
Toda puerta marca un tránsito. El umbral enmarcado por las jambas y los dinteles o por los arcos de la entrada es un espacio híbrido, un momento entre dos realidades, la frontera entre dos mundos y dos estados. Las puertas no son solo elementos arquitectónicos que nos permiten trasladarnos entre espacios interiores, o desde el exterior al interior de un edificio, y viceversa, sino que también poseen un potente significado simbólico. Como lugares de paso, están relacionadas con conceptos tan importantes como los de cambio y evolución, y ello hace que los simbolismos que poseen sean también de gran trascendencia y universalidad. Las puertas pueden ser consideradas, por tanto, como el vínculo entre el sueño y la vigilia o entre la luz y las tinieblas, pero también como el paso desde la ignorancia a la sabiduría y, sobre todo, de la vida a la muerte.
El viaje -porque Umbrales es también un libro de viajes- comienza en la puerta de la casa de los Vettii en Pompeya, una pareja masculina de libertos ricos en cuyo vestíbulo una pintura de Príapo cumplía una función protectora para quien entraba o salía.
Ese capítulo inicial es la puerta de entrada a una serie organizada en tres partes: los siete umbrales sagrados de la primera, entradas a recintos y templos desde la Prehistoria y la Antigüedad hasta la Edad Media, desde el dolmen de Menga hasta la iglesia de Santa María de los Reyes en Laguardia (“un arcoíris de piedra”), pasando por el panteón de Agripa y la transición del cuadrado al círculo que simboliza el paso al más allá, por el pórtico medieval de la abadía de Conques, la Basílica de San Marcos en Venecia, puerta por la que entra Oriente en Occidente, el templo funerario de Ramsés III en la antigua Tebas o el peristilo del Templo de la Concordia en Agrigento.
Cada uno de esos capítulos, además del análisis puramente artístico y arquitectónico, contiene evocaciones narrativas del momento histórico en que se construyeron esos monumentos, que en la segunda parte pertenecen a la arquitectura civil con palacios, fortalezas o murallas. Puertas que en estos casos dan paso no a lo sagrado, sino a lo privado, como la belleza geométrica de la fachada del palacio de Comares en la Alhambra, el simbolismo octogonal del tránsito de lo terrestre a lo celeste en el Castel del Monte en la Apulia o el napolitano Castel Nuovo con su “entrada repleta de símbolos medievales y renacentistas”.
Una tercera parte (‘Entrada a otros mundos’) aborda los umbrales que dan paso no solo a espacios físicos sino sobre todo a espacios simbólicos o imaginarios: las puertas fingidas y los umbrales pintados de la Villa Barbaro; la puerta de entrada en la modernidad de la Bauhaus, el Arco de Tito como testimonio de las celebraciones triunfales y como umbral de la inmortalidad; el acceso a los infiernos interiores del Parco dei Mostri en el Sacro Bosco de Bomarzo, cuajado de referencias literarias; el engaño a los ojos de la Perspectiva del Palacio Spada en Roma o el umbral vienés del nuevo arte en el Pabellón de la Secesión.
Porque, en definitiva, “Umbrales es un libro sobre puertas, sobre qué hace especiales a estos elementos arquitectónicos y sobre cómo el ser humano ha llenado de simbolismos y mensajes las entradas de sus edificios y construcciones. A su vez, no es un texto únicamente sobre arquitectura. Intenta ser también una suerte de libro de viajes que descubra puertas que quizá no se conozcan y abra ojos y oídos a nuevas historias sobre umbrales ya conocidos.”
Sólo una pega a esta edición. Aunque el desarrollo de las nuevas tecnologías permita una rápida consulta de las imágenes de las puertas, los pórticos y los arcos que se evocan en estos textos, se echa de menos en el libro un mínimo despliegue gráfico que apoye las descripciones y que facilite al lector atravesar cada uno de estos magníficos Umbrales.