12 agosto 2021

Cádiz según Borrow

 
Cádiz se alza, como es bien sabido, en una larga y angosta lengua de tierra que se adentra en el mar, de cuyo seno parece salir la ciudad; las ondas salinas bañan sus muros por todos lados, menos por el Este, donde un istmo de arena la une con la costa de España. La ciudad, en su estado actual, es de construcción moderna, y, a diferencia de todas las demás ciudades de la Península, está edificada con gran regularidad y simetría. Muchas son sus calles, y se cortan, por lo general, en ángulo recto. Son muy estrechas, en comparación de la altura de las casas, y, por tanto, impenetrables a los rayos del sol, excepto en la hora del mediodía. Pero la calle principal es una excepción, y tiene cierta anchura. En esta calle está la Bolsa, las casas de los comerciantes más fuertes y de la nobleza, y es, durante la primera parte del día, punto de reunión de los ociosos y de los hombres de negocios, por lo que recuerda a la Puerta del Sol de Madrid. Desemboca en la plaza principal, no muy grande, pero con muchas pretensiones de magnificencia: circúyenla grandes edificios de aspecto imponente, y está plantada de hermosos árboles, a cuyo pie hay bancos de mármol, para comodidad del público. Pocos edificios públicos hay en Cádiz dignos de gran atención: cierto que la catedral pasaría en otros países por un monumento hermoso; pero en España, tierra de catedrales gigantescas, magníficas, sólo puede ser considerada como lugar de culto decoroso; todavía está sin acabar. Hay un paseo público, o alameda, en las murallas del Norte, atestado de gente, por lo general, las tardes de verano: el verdor de los árboles, mirados desde la bahía, presta agradable descanso a los ojos, deslumbrados por el resplandor del caserío, todo blanco, porque Cádiz es también una ciudad radiante. En otro tiempo fue la más rica de España, pero ha decaído malamente de su prosperidad en estos últimos años, y sus habitantes lamentan de continuo la ruina de su comercio; por tal razón, a diario emigran muchos a Sevilla, donde, al menos, es más barato vivir. Aún hay, sin embargo, mucha vida y mucho ruido en sus calles, adornadas con numerosas y espléndidas tiendas, bastantes de ellas en el estilo de las de París y Londres. Su población actual se calcula en 80.000 habitantes.

No sin razón tiene Cádiz nombre de plaza fuerte; las fortificaciones por el lado de tierra, en parte obra de los franceses durante el imperio napoleónico, son muy dignas de admiración, y parecen inexpugnables; por el lado del mar, la naturaleza la defiende tanto como el arte, porque el agua y las rocas sumergidas no son parapetos despreciables. Con todo, las defensas de la ciudad, salvo las del lado de tierra, ofrecen tristes pruebas de la apatía y abandono españoles, aun teniendo en cuenta las circunstancias, harto desfavorables, en que ahora se halla el país. En las fortificaciones, que van arruinándose con rapidez, apenas se ve un cañón, excepto unos pocos desmontados; así esa fortaleza aislada se halla hoy casi a merced de cualquier nación extranjera que, con un pretexto, o sin pretexto alguno, pretendiese arrancarla del poder de sus legítimos dueños y convertirla en colonia.


George Borrow.
La Biblia en España.
Traducción de Manuel Azaña.
Alianza Editorial. Madrid, 2021.