22 agosto 2021

Emerson. Naturaleza


La capacidad de un hombre de conectar una idea al símbolo apropiado, para así poder articularla, depende de la sencillez de su carácter, esto es, de su amor a la verdad y su deseo de comunicarla cabalmente. A la corrupción de un hombre le sigue la corrupción del lenguaje. Cuando la sencillez de carácter y la soberanía de las ideas se echan a perder por culpa del predominio de deseos secundarios —el deseo de riqueza, de poder o de elogios— y la hipocresía y la falsedad ocupan el lugar de la sencillez y la verdad, perdemos en cierta medida el poder que ejercemos sobre la naturaleza como intérprete de la voluntad. Se dejan de crear nuevas imágenes y las viejas palabras se distorsionan para que signifiquen cosas que no son, se emplea papel moneda aunque en la cámara no haya ningún lingote que lo respalde. Con el tiempo, el fraude se hace patente y las palabras pierden toda su capacidad de estimular el entendimiento o los afectos. Es posible hallar cientos de escritores, en todas las naciones civilizadas desde antiguo, que durante un corto espacio de tiempo creen y hacen creer a los demás que pueden ver y pronunciar verdades, cuando en realidad no visten una sola idea con su ropaje natural, sino que se alimentan inconscientemente del lenguaje creado por los escritores primordiales del país, es decir, aquellos que se apoyan primordialmente en la naturaleza.

Ralph Waldo Emerson.
Naturaleza.
Ilustraciones de Eugenia Ábalos.
Traducción de Andrés Catalán.
 Nórdicalibros. Madrid, 2020.
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