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17 agosto 2021

Flaubert y los poetas

Cuando uno vale algo, buscar el éxito es echarse a perder sin motivo y buscar la gloria quizá sea perderse por completo. Hay dos clases de poetas. Los más grandes, los raros, los auténticos maestros, resumen la humanidad. Sin preocuparse de sí mismos ni de sus propias pasiones, arrumbando su personalidad para absorberse en la de los demás, reproducen el Universo y lo reflejan en sus obras, centelleante, variado, múltiple, como un cielo entero que se contempla en el mar con todas sus estrellas y todo el azul. Hay otros que gritan para ser armoniosos, lloran para enternecer y se ocupan de sí mismos para seguir siendo eternos. Quizá no habrían llegado más lejos haciendo otra cosa, pero, a falta de amplitud, poseen ardor y elocuencia, de tal manera que si hubiesen nacido con otro temperamento quizá habrían carecido de genio. Byron era de esa familia; Shakespeare, de la otra. En efecto, ¿quién me dirá lo que Shakespeare amó, lo que odió, lo que sintió? Es un coloso que asusta, cuesta creer que fuera un hombre.

(Carta de Gustave Flaubert a Louise Colet. 26 de octubre de 1846)

En El  hilo del collar: Correspondencia.
Selección y edición de Antonio Álvarez de la Rosa.
Alianza Editorial. Madrid, 2021.