Cartas que no escribió Galdós
“Benito Pérez Galdós y Emilia Pardo Bazán empezaron a escribirse en 1883. Fueron amigos, fueron amantes, fueron amigos..., su relación epistolar puede seguirse, a través de casi un centenar de cartas escritas por Emilia, hasta al menos 1915. Si de ella se conserva casi un centenar, de él solo se conserva una. En el año del centenario de la muerte del escritor, se ha especulado sobre la posibilidad de que esas cartas no se perdieran, que podrían aún, en cualquier momento, salir a la luz. Puedo asegurarles que no son estas que tiene usted en sus manos.
La tarea que se me encargó consistía en adaptar las cartas escritas por doña Emilia y escribir las cartas perdidas por don Benito. Se trata, claro, de una ficción. Nadie sabe nunca lo que pasa entre dos personas en una habitación, salvo esas dos personas. Por más que todo lo que he escrito está muy documentado —ese aspecto de la escritura es, para mí, casi una enfermedad—, estamos hablando de una obra de ficción. En ella he querido reflejar la amistad de muchos años de estos dos gigantes de nuestra Literatura, además de la relación amorosa que ha llamado la atención de algunos medios de comunicación sobre estas cartas”, escribe José Ramón Fernández en el prólogo de Emilia, Borriquita... (Cartas que no escribió Galdós), que publica Reino de Cordelia con ilustraciones de Gala Fernández Montero.
El proyecto, como explica su autor en el prólogo, estaba destinado a una lectura dramatizada, “una lectura pública el 11 de mayo de 2020, dentro de los actos que recordaban el centenario de la muerte del novelista. Aquella lectura no se pudo realizar por la pandemia, pero se llevó a cabo finalmente “el 24 de noviembre, en el Teatro Fernando de Rojas del Círculo de Bellas Artes con el título Amado compañero, dulce vidiña. Pérez de la Fuente contó con dos actores extraordinarios, José María Pou y Gloria Muñoz.”
Era una versión reducida de las cartas inventadas de Galdós que se recogen en este volumen y de las cartas -estas sí reales- de Pardo Bazán al novelista.
Sólo figura aquí una carta real, la primera, del 5 de abril de 1883, la única que se conserva de las que Galdós envió a Emilia Pardo Bazán. Las demás son ficticias y se inspiran o se apoyan, además de en las cartas de la novelista -esas sí conservadas-, en la muy abundante correspondencia de Galdós a sus amantes o a amigos como Pereda y Clarín.
Con todos esos elementos, José Ramón Fernández construye una novela epistolar que tiene como centro la relación amorosa y literaria entre Galdós y la autora de Los pazos de Ulloa, pero que es más que eso: una original aproximación al mundo galdosiano llena de referencias a sus libros, a los de Pardo Bazán o a La Regenta, a los lugares madrileños en los que discurrió su vida y transcurren sus novelas, a sucesos de su época, a personajes reales o a los de sus novelas, a detalles históricos y ambientales para construir un peculiar homenaje a dos novelistas fundamentales de los que se cumplen en estos dos años los centenarios de su muerte.
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