22 octubre 2021

Donde muere la muerte





“Lector, tú eliges tus poetas. Espero que tu sombra me aloje. Es sólo mi deseo, porque tan sólo así sabré saberme sido”, escribe Francisco Brines para cerrar su ‘Brevedad de la vida’, el poema en prosa que abre su póstumo Donde muere la muerte, que publica Tusquets en sus Nuevos textos sagrados. 

 Una despedida demorada durante el cuarto de siglo largo transcurrido desde que en 1995 apareció La última costa. Despedida y resumen, cifra en la que se compendian las claves temáticas de su poesía: la memoria familiar y espacial, vinculada a la casa de Elca, el sentimiento del tiempo, la soledad y la desolación, el temblor de la vida y la concepción de la poesía como forma de conocimiento: “Estimo particularmente, como poeta y lector -explicaba Brines- aquella poesía que se ejercita con afán de conocimiento, y aquella que hace revivir la pasión por la vida. La primera nos hace más lúcidos, la segunda, más intensos.”

Esas dos líneas en las que se cruzan la vida y la muerte, la memoria del tiempo fugaz y el amor más fugaz aún, el deseo y el abandono, conviven en la obra de Francisco Brines y quedan reflejadas en todos sus matices en este libro póstumo que resume una sólida poesía contemplativa marcada por un constante tono elegíaco, matizado a veces con algún acento hímnico o con impulsos epicúreos.

Esa actitud elegíaca recorre también este libro, que toma su título de este poema, ‘Donde muere la muerte’:

Donde muere la muerte,
porque en la vida tiene tan sólo su existencia. 
En ese punto oscuro de la nada
que nace en el cerebro,
cuando se acaba el aire que acariciaba el labio, 
ahora que la ceniza, como un cielo llagado, 
penetra en las costillas con silencio y dolor,
y un pañuelo mojado por las lágrimas se agita hacia lo negro.
Beso tu carne aún tibia.

Fuera del hospital, como si fuera yo, recogido en tus brazos,
un niño de pañales mira caer la luz,
sonríe, grita, y ya le hechiza el mundo,
que habrá de abandonarle.
Madre, devuélveme mi beso.

El paisaje y la fugacidad de la vida, la memoria y el amor, la soledad y el sentido de la existencia constituyen el centro espiritual de una poesía en la que hay un constante equilibrio entre lo físico y lo ético y que el poeta resumió así: “El conjunto de mi obra es una extensa elegía.”

Esas claves temáticas que atraviesan la poesía de Francisco Brines son también las predominantes en Donde muere la muerte, el libro en el que estuvo trabajando durante los últimos veinticinco años, como señalan en la nota final los editores, que añaden que “el autor no pudo llegar a corregir las pruebas del libro, así que la editorial ha decidido mantener de la forma más fiel posible el manuscrito como él lo dispuso.”      

Sometida a un proceso de despojamiento expresivo, la poesía de Brines se hace aún más intensa en este libro que recoge los frutos últimos de una de las voces poéticas imprescindibles en el último medio siglo. De esa depuración expresiva y esa intensidad da buena muestra este espléndido poema, ‘El vaso quebrado’, con el que se cierra el libro. Un texto que podría resumir la actitud vital, el universo temático y la tonalidad de toda la poesía de Brines:

Hay veces en que el alma
se quiebra como un vaso,
y antes de que se rompa
y muera (porque las cosas mueren
también), llénalo de agua
y bebe,
             quiero decir que dejes
las palabras gastadas, bien lavadas,
en el fondo quebrado
de tu alma,
y, que si pueden, canten.