Ramiro Gairín. Tiempo de frutos
quizá la poesía
sea esto
la mirada de un gato
la promesa de un cuerpo
la posibilidad de su zarpazo,
escribe Ramiro Gairín en uno de los textos de su tiempo de frutos, que publica Piezas Azules en una cuidada edición ilustrada con cinco creaciones gráficas de técnica diversa por Lalo Cruces.
Cuerpos, espacio, casas y tiempo son los cuatro ejes vertebrales de este libro construido en torno a esos cuatro núcleos. Compuesto por esas cuatro secciones, cada una de ellas con once poemas, enmarcado por un poema inicial (‘como cuando nos miran’) y otro final (‘relatos de ciudades y jardines’) y por dos citas alusivas a la potencia vital y creativa del amor, una de Sánchez Rosillo y otra de Juan Ramón, tiempo de frutos es una indagación en la intimidad del sentimiento y del milagro de la experiencia amorosa sobre el contraste del telón de fondo del paisaje urbano, de lo exterior y ajeno, de un mundo inhóspito:
y a pasear salimos por la casa
completamente a oscuras
sin importar qué caiga al otro lado
El tiempo y el espacio, los cuerpos sobre los que se proyectan el deseo y la emoción el diálogo amoroso con el tú cómplice de la amada, frente a la incertidumbre, la ausencia o la enfermedad recorren estos poemas que rememoran y actualizan una historia común anclada en la esperanza :
está siempre al acecho
la posibilidad de que ocurra lo nuevo
y de que lo que ocurra salga bien
porque es tiempo de frutos
y no hemos merecido este castigo
Un tiempo de frutos en el que se imponen a la oscuridad los poemas celebratorios, escritos cuando “se oyen por todas partes / las canciones del agua // dicen la buena nueva”, con palabras que reivindican la vida y el amor, el cuerpo y el espacio y sus frutos comunes en la dicción limpia y clara de Ramiro Gairín, en la sutil sencillez de su expresión poética:
el rompeolas
no es más que un espigón artificial
para los pescadores y bañistas
y es a la vez la vida
nada cuenta el origen de las rocas
el propósito que les dio el proyecto
ahora están ahí
soportan los embates de las olas
y reciben del mar su forma
y cierta dignidad

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