30 abril 2022

Ese sabor antiguo de las obras




 La palabra posee espacio corporal, 
hospeda luz, efectos, 
la cierta precisión de los instantes, 
naturaleza, vida.

La palabra no ha muerto, 
nunca sucumbió, permanece 
dentro de la esencia, 
y la esencia en ella, 
y no intenta escapar.

Su sustancia siempre ha sido 
el universo.

Es uno de los poemas de Ese sabor antiguo de las obras, el libro que Javier Sánchez Menéndez publica en Chamán Ediciones.

Contemplar, Atender, Entender son las tres partes en las que se vertebra el libro, los tres momentos sucesivos de un proceso de conocimiento que se resume en esos tres infinitivos que describen un movimiento de ida y vuelta desde el interior hacia el exterior, porque “no hay nada más sagrado que postrarse / ante un pájaro, ante una nube, ante una estrella.”

Poesía meditativa en busca del sentido y de la luz, de la esencia y del silencio desde la conciencia del vacío de esta poesía escrita con una palabra descarnada, en el puro hueso, para meditar sobre la condición humana, sobre la fragilidad de la vida.

Palabra que se convierte en centro del libro, en método y brújula de la reflexión existencial de estos poemas, porque “Eso que llamas vida / o muerte/ es la palabra”, instrumento de la búsqueda que corona esta afirmación de la luz, este Entender que cierra el libro:

Somos la luz que habita en la luz, 
y el agua, 
y la tierra.

Somos el fuego y el aire, 
y la consciencia 
de esa luz que despierta 
mientras sigamos juntos.

Por nuestra fortuna 
siempre nos resucitan los sabios.