Poemas de Marina Tsvietáieva
Numerados muros de la rutina
ante mí. ¿Trastorno? ¿Casualidad?
Recordaba solo tres paredes.
De la cuarta, no respondo.
¿Quién sabe? ¿De espaldas a la pared?
Puede ser, pero también puede no
ser. Y no era. Había corriente. Pero
no de espaldas a la pared. ¿Entonces…? Todo
lo que no conviene. Despacho del «Dno»:
el Zar ha abdicado. No solo desde correos llegan
las noticias. Los cables telegráficos
llegan de todas partes y a cualquier hora.
¿Estaba tocando el piano? Hay corriente.
Corre el aire. Va como una vela. Dedos
de algodón. Vuelan las hojas de la sonatina.
(No olvides que tienes nueve años.)
Para esa pared no vista
conozco un nombre: la pared de espaldas
al piano. Y el escritorio.
Así comienza, en la traducción de Jesús García Gabaldón, ‘Tentativa de habitación’, uno de los diez poemas extensos de Marina Tsvietáieva que publica Cátedra Letras Universales y llega hoy a las librerías en una edición bilingüe que incluye sus tres poemas mayores: ‘De Año Nuevo’, ‘Poema de la montaña’ y ‘Poema del fin’.
El ritmo nervioso y sincopado de esos versos cortos, los cambios de entonación, los encabalgamientos son características expresivas de la poesía de Marina Tsvietáieva, en la que volcó su autobiografía y reflejó las circunstancias de su vida trágica perseguida por la desgracia.
El apasionamiento vital y amoroso que se refleja en la vehemencia expresiva y en la exaltación de sus versos son la base de una poética de la incandescencia y de la transfiguración del yo poético en el contraste de los estados de ánimo, que pasa con frecuencia en sus textos del entusiasmo a la desesperación, de la agitación a la calma.
De esa vinculación estrecha entre vida y poesía habla Jesús García Gabaldón en su estudio introductorio -‘Tsvietáieva o la poesía a la luz de la conciencia’-, en donde, antes de calificarla como “una de las mejores poetas de todos los tiempos”, traza este retrato de la autora: “A simple vista, se diría que es una mujer moderna, emancipada, solitaria, independiente y orgullosa. Una poeta.
Empedernida fumadora. Apasionada. Carácter fuerte y dominante. Lectora lúcida y escritora precoz. Desde los diez años lleva un diario íntimo en el que anota, con despiadada sinceridad, todos los acontecimientos de su vida, vividos, escritos, a través de la conciencia. Es la base para comprender su poesía y su prosa (poética), que tiene siempre, según su propio testimonio, un carácter autobiográfico.”
Organizados cronológicamente, los diez poemas lírico-narrativos que Tsvietáieva escribió entre 1914 y 1928 resumen las claves de su escritura: su carácter centrípeto e intensamente autobiográfico desarrollado en clave simbólica y con una concepción órfica de la poesía como iluminación de la realidad y como transfiguración del yo poético.
Tras el inicial ‘El mago’, en el que recuerda su descubrimiento de la poesía como revelación, los más herméticos y dramáticos ‘Poema de la montaña’ y ‘Poema del fin’ tienen como base real una historia amorosa en Praga y son una de sus cimas creativas. Así termina el segundo de ellos, terminado en julio de 1924:
Y en las huecas olas
de las tinieblas, callada,
cadenciosamente, sin dejar rastro,
se hunde una nave.
Después del epistolar ‘Desde el mar’ y la retrospectiva infantil de las horas de piano de ‘Tentativa de habitación’, dos poemas dirigidos a Pasternak, Tsvietáieva alcanzó su momento más alto en la elegía en forma de carta que tituló ‘De Año Nuevo’. Está dirigida a Rilke, que le había dedicado su última elegía y es una conversación póstuma con el poeta, un monólogo dramático sobre la vida, la muerte y la poesía en el que aparecen versos como estos:
¿Cómo se escribe en el nuevo lugar?
Por lo demás, si tú existes, existe la poesía: ¡tú mismo
eres poesía! ¿Cómo se escribe en esa buena vida
sin mesa para el codo, frente para la mano
(el puño)?
-¡Da noticias tuyas con tu letra habitual!
Rainer, ¿te alegran las rimas nuevas?
Pues, si interpretamos correctamente la palabra,
la rima, ¿qué es? ¿Acaso la muerte no es sino una serie
de rimas nuevas?
[…]
No te extravíes, envía un aviso.
¡Feliz sonoridad nueva, Rainer!
En la escala del cielo, por ella, con los Dones…
¡Feliz nueva consagración, Rainer!
-Para que nada se desborde, tiendo mi palma
sobre el Rhône y el Rarogne,
sobre la clara y absoluta separación
a Rainer -María- Rilke, en mano.
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