Selena Millares. Una lámpara de madrugada
ÁNGEL DEL VINO
Una copa de vino, una bóveda celeste del revés
las estrellas se derraman por sus paredes frías
y en la baranda que espera a tus labios hay una estrella
que cae hacia lo oscuro y te guiña y reverbera
Mírame soy planeta o pájaro soy diamante y vuelo,
repto y simulo o me escondo pero soy paloma y gaviota
mírame al fondo de esta copa de vino negro y también carmesí
mírame bébeme te traigo el corazón de tu sueño
Porque aquí en mi fondo oscuro y secreto todo es soñar
mírame ahora soy púrpura y granate o del color
de la noche, soy tu copa bébeme azul engañemos la noche
ésta y las otras y la última que nos mira y no sabe
que podemos ser también noche ser luz ser manzana, sólo
bébeme amor al fondo de esta copa de vino negro
o rojo o rubí, en el fondo de esta copa te miro y te espero
para bañar tu corazón de noche tu corazón de luz
Ese poema resume algunas de las claves de la primera -‘Ángeles y cosas’- de las cinco partes de Lámpara de madrugada, el libro de Selena Millares que publica El Sastre de Apollinaire.
En esa primera parte, los textos y los fotopoemas se van alternando en la sucesión de ángeles que habitan una poesía intensa por la que transitan el amor y la muerte, los cuerpos y la ausencia, la memoria y el olvido, la indignación desolada de ‘Ángel de los niños’ o el vacío de la orfandad del ‘Ángel de la habitación 611’.
Las cinco secciones del libro reflejan una poesía escrita desde la herida abierta, desde la memoria elegíaca y las cicatrices, desde la soledad y la mirada conmovida, desde el silencio iluminado de su palabra potente, en la que el lector percibirá enseguida la vibración de lo auténtico.
Una autenticidad poética y humana que recorre los poemas breves, isleños y costeros, de secciones como “Isla del silencio” u “Ofrendas”, para completar un admirable conjunto de poemas que surgen del diálogo con el otro y con lo otro, o con una realidad a veces tan dura como la de los ‘Ángeles diminutos’ o ‘La sagrada familia’, pero sobre todo del diálogo interior de quien mira, reflexiona y escribe desde un insobornable lugar moral en el mundo.
Un diálogo del que acaba emergiendo “a toda luz” la lámpara que ilumina en la noche para proclamar el triunfo estelar de la luz sobre la sombra, como en este espléndido poema:
ORMUZ Y AHRIMÁN
Ahrimán centellea sobre la escarcha
con su sombra eléctrica y su cola de espinas:
ronda por los caminos con hambre de corazones
para su banquete de tinieblas
y se instala en su atalaya nocturna
para arrancar sus alas a los niños y a los ángeles
y alentar con su fuego la bacanal del odio
y sembrar el olvido donde nace la luz
Ormuz gravita como el vilano o la tarde
y sueña con ese sol que dora los trigales
y que ilumina los ojos de los que aman;
de la luz blanca de la mañana hace pan
para burlarle las trampas a la noche
y de la luz del crepúsculo hace vino dulce
para guarecer el alma de los solitarios,
los desamparados y los vagabundos
y con cada madeja de nube escribe en el cielo
los nombres de los olvidados y de los ausentes:
Contra viento y marea y de nuevo y siempre
vuelven sus hilos de luz en el cielo
de día y de noche su cometa de luz:
luz en la sábana de los que sueñan
y en la mortaja de los que se van
porque regresan en la llama del alba
y en la piel del durazno y en las velas desplegadas
del barco de la vida, radiantes sobre el mar
y su sabor eterno: a toda luz
Pese a sus diferencias tonales y a la diversidad métrica de sus textos, Lámpara de madrugada está unida por la presencia de una misma voz, verdadera y reflexiva. Es una voz que habla desde la distancia y la hondura de la mirada poética sostenida de Selena Millares, que esta Lámpara de madrugada consolida como una referencia ineludible en la mejor poesía española actual.
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