16 febrero 2023

Goya o el misterio de la lectura

 


“La lectura fascinaba a Francisco de Goya. A lo largo de su carrera nunca dejó de observar este complejísimo ejercicio -que hoy hemos normalizado hasta apenas advertirlo- con intensa y variada atención. Mujeres y hombres, aristócratas y plebeyos, jóvenes y viejos, eruditos y semianalfabetos, brujos y clérigos, incluso animales: el universo goyesco está repleto de lectores de la más diversa condición, que se acercan a los textos con curiosidad, miedo o deseo, o con intenciones de aparentar algo que no son, de provocar, de evadirse. Varias de sus obras más ambiciosas están atravesadas por esta fijación con la lectura”, escribe Luis Martínez-Estudillo, catedrático de la Universidad de Iowa, en Goya o el misterio de la lectura, un magnífico ensayo que publica Cátedra en su colección Arte Grandes Temas. 

Ochenta y dos reproducciones de alta calidad ilustran este volumen que aborda en magistrales análisis el significado profundo de distintos óleos, grabados y dibujos que reflejan la frecuencia con que los libros y la lectura se convierten en temas de la pintura de Goya, hasta el punto de que la reflexión sobre esa actividad es una de las claves sostenidas de su obra pictórica.

Uno de esos óleos es La Junta General de la Real Compañía de Filipinas, un cuadro poco conocido que Goya pintó en 1815. Es, junto con La era, el de mayores dimensiones de su obra, y su misterioso sentido lo convierte en una de sus obras más fascinantes. A explorar el sentido crítico y la modernidad de enfoque que se refleja en esa pintura sobre la vacuidad, el aburrimiento y la ausencia indiferente dedica Martínez-Estudillo algunas de las páginas más iluminadoras de su ensayo, que recoge también, además de retratos de ilustrados, el análisis de pinturas negras como El aquelarre y La lectura o Los políticos y un abundante muestrario de Caprichos y Disparates (Aquellos polvos, Contra el bien general, Hasta su abuelo, Esto sí que es leer, Devota profesión …) y dibujos como Más provecho saco de estar solo, Animal de letras o Don Quijote, que reflejan una abundante presencia de lectores en obras con las que Goya exploró las variadas dimensiones de la lectura, un fenómeno en expansión que modificaría en aquellos años la vida de los europeos.

El carácter ambiguo o enigmático de la lectura y la indeterminación del sentido de esa actividad compleja están en la base de la mirada de Goya, que “no contribuye a aclarar el misterio de la lectura, sino que lo hace más profundo y provocador. Se acerca con ambigüedad a una actividad que de por sí genera ambigüedad, recreándose en esta misma vaguedad. En ciertas imágenes goyescas, algunos lectores se elevan hacia la luz de la razón, mientras que en otras escenas el leer hace más densas las sombras de la superstición, de la intolerancia o de las bajas pasiones.”

La ironía y la sátira atraviesan la mirada del pintor hacia un mundo “en el que Goya veía cada vez más gente leyendo”. Un mundo que “se le reveló, además como un mundo y unas gentes legibles, un gran libro en el cual él habría de inscribir su propia obra”.

De ahí la mirada crítica a la sociedad y a la perversión de la lectura que evidencian muchos de los cuadros de Goya, porque “en su obra la lectura es una actividad transformadora, pero no necesariamente un camino de perfección”, escribe Luis Martínez-Estudillo en este magnífico libro que llega hoy a las librerías.