01 marzo 2023

Michael Eaude. Arturo Barea





Hace más de veinte años, en 2001, el hispanista británico Michael Eaude publicó la primera edición de Arturo Barea. Triunfo en la medianoche del siglo, un libro basado en su tesis doctoral. En 2009 apareció la versión inglesa, notablemente ampliada, que sirve de punto de partida a esta reedición actualizada en la Biblioteca de la Memoria de Renacimiento.

Subtitulado ‘Biografía crítica y crítica biográfica de un escritor de clase obrera’, este ensayo aborda en una perspectiva global la vida y la obra de Arturo Barea (Badajoz, 1897- Londres, 1957). Eaude lo resume como un libro que examina “los siete años dorados de la creatividad plena de Barea, junto al fermento angustiado de sus primeros cuarenta años y el suave declive de los trece últimos.”

Eaude resume Triunfo en la medianoche del siglo como un libro que examina “los siete años dorados de la creatividad plena de Barea, junto al fermento angustiado de sus primeros cuarenta años y el suave declive de los trece últimos.”

Y efectivamente, los siete años, de 1937 a 1944, que constituyen la fase más creativa de Arturo Barea son el eje de este ensayo que  explora sus circunstancias vitales y tiene como núcleo la trilogía autobiográfica La forja de un rebelde, en la que la objetividad de la mirada, favorecida sin duda por la distancia temporal y el alejamiento del exilio, construye -en palabras de Eaude- “un retrato único de España en los cuarenta primeros años del siglo.”

Y con esa perspectiva las páginas de este ensayo abordan la vida de Barea hasta 1939 con el apoyo de las referencias autobiográficas sobre las que se sostiene la trilogía: la mirada infantil reflejada en La forja, la mirada del soldado de reemplazo sobre la guerra del Rif y el desastre de Annual en La ruta y la mirada del militante “socialista emocional” de los años de la guerra civil en La llama.

Su temprana orfandad, la abnegación de su madre, la protección de sus tíos y sus trabajos desde niño, su militancia sindicalista, su primer y desastroso matrimonio, sus desasosiegos y su conflictiva vida familiar y laboral, la actividad política y funcionarial al servicio de la República, su trabajo durante la guerra civil como jefe de la censura de prensa extranjera y sus charlas en la radio, para las que utilizó algunos de los relatos propagandísticos de su Valor y miedo.

En 1938, huyendo de los comunistas y acompañado ya de la austriaca Ilsa Pollock, una mujer decisiva en su vida y en su obra, salió Barea hacia el exilio en París. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial pidieron asilo político en Inglaterra, donde se instalará definitivamente y donde escribirá casi toda su obra.

En Inglaterra trabajó en las emisiones semanales de la BBC para Sudamérica, según sus propias palabras, “cuentecillos y charlas” que firmaba con el seudónimo ‘Juan de Castilla’ y que tienen poco valor literario.

Fue en Inglaterra donde Barea escribió y publicó las tres entregas de La forja de un rebelde (La forja, La ruta, La llama) primero en inglés, entre 1941 y 1946, en Londres, y poco después en un solo tomo en Nueva York. 

Cuando a finales de la década de los 40 la editorial argentina Losada quiso editar la trilogía, los manuscritos originales en español, si es que habían existido, habían desaparecido y fue Ilsa, la compañera austriaca de Barea, la que tuvo que traducirlos al español con los defectos y errores propios de quien como ella no dominaba el español. Errores muy considerables de todo tipo: ortográficos, morfológicos, sintácticos y léxicos. Por las prisas, por las circunstancias penosas del exilio o por otras razones desconocidas, Barea no revisó aquella traducción que se publicó en 1951 y que obligó a una segunda versión en 1954, con abundantes correcciones que no evitaron una cierta impresión de irregularidad estilística y de desaliño de la prosa.

Pero a pesar de esos defectos y de otros que resalta Eaude a lo largo de su ensayo, La forja de un rebelde es, por su valor histórico y testimonial sobre la España del primer tercio del siglo XX, una de las obras fundamentales de la literatura del exilio.

En una carta de 1941 resumía Barea el sentido de la primera parte de la trilogía:  “La forja no es un libro aislado, sino el comienzo de una revisión completa de todo lo que ha sacudido mi vida en contacto con la vida de la sociedad que me ha rodeado. [...] La forja le explicará cómo soy y de qué barro me han formado.” 

Por entonces ya tenía perfilado el plan de la trilogía, que avanzaba en esa misma carta cuando escribía que La forja “es el primero de tres libros que señalarán, si llegan a buen fin, las tres etapas más intensas de mi vida: la niñez, mi juventud (en los veinte años) desgastada durante cuatro años en África, precisamente en los años del desastre de Abd-el-Krim, y mi madurez (los cuarenta) en medio de la explosión que ha semidestruido nuestra patria.” 

Algo después, en 1943, en el prefacio a la edición inglesa de La ruta, que tituló ‘Novela y autobiografía’, Barea señalaba que su propósito era convertirse en la voz de los “millones que compartieron las mismas experiencias y desilusiones” que él. “Son llamados generalmente la gente ordinaria o el pueblo común o los de abajo. Yo fui uno de ellos. Y por eso he tratado de darles voz, de hablar en lugar suyo, no bajo forma de propaganda, sino ofreciendo simplemente la verdad mía.” 

Una verdad autobiográfica que transcurre desde principios de siglo hasta 1939 en un ciclo que explora sus raíces personales, las razones de su desarraigo y el origen de la guerra civil en forma de memorias noveladas de unos años en los que se produce la forja del individuo en una colectividad donde se perfila su adaptación al mundo. 

“Yo he escrito -decía Barea en una conferencia- una trilogía en la que he presentado lo que yo entendía que era la raíz del desastre español en mi generación, tal como mi generación lo había visto, tal como la vida de España se había desarrollado de 1900 a 1936.”

Quizá la parte más endeble del ensayo de Eaude sea su bibliografía, en la que se observan notables carencias. No es la menor, además de injustificable, la de no conocer la edición crítica de La forja de un rebelde en un solo volumen en Cátedra, que es la edición más seria de la obra de Barea y va precedida además de un imprescindible estudio introductorio de Francisco Caudet.

Entre los varios apéndices de desigual interés, hay que destacar el que cierra el volumen: un álbum que incorpora veintinueve imágenes de Barea, casi todas ellas de la época de su exilio en Inglaterra, donde murió de un infarto en la Nochebuena de 1957.