30 mayo 2023

Obras completas de Baltasar Gracián




 “Mucho se ha escrito sobre el pesimismo de Gracián, quizá el más profundo y palmario de los escritores españoles”, afirma Santos Alonso en la introducción, (‘Gracián o el empeño de la excelencia’) que abre su magnífica edición de las Obras completas de Baltasar Gracián en la Bibliotheca Avrea de Cátedra.

Y añade: “Su pesimismo, sin embargo, no procede de una visión negativa de la vida, sino del desencanto frente a la marcha y la evolución de los tiempos y las circunstancias que vivió. Todas sus obras tienen como objetivo el logro de lo sublime y la formación de la persona para sobresalir en la estimación por encima de las demás en sabiduría, entendimiento, discreción, prudencia, y en una palabra, perfección, y poder sortear y convertir los malos pasos del engaño y las trampas de la apariencia en un mundo hostil, despiadado y lleno de monstruosidades; pero no contienen, en consecuencia, contra lo que pudiera parecer, un vademécum de esas quimeras y monstruosidades con el propósito de presentarlas ante el lector como fatales, inevitables e irreversibles. Sería un error quedarse en el pesimismo graciano como sustancia in se, cuando en verdad queda trascendido por esa connatural intención de superación y de victoria sobre todo lo que pueda ser considerado execrable.”

Y así se comprueba a lo largo de su extensa obra en prosa, desde El Héroe, la primera piedra de su edificio literario, hasta El Criticón, que es su obra culminante, pasando El Discreto, el Oráculo manual y Arte de prudencia o la Agudeza y Arte de ingenio.

Si en el inicial El Héroe Gracián aborda las veinte cualidades que deben formar parte de la formación moral según la representa el ideal barroco del hombre perfecto a partir de ilustres modelos históricos de referencia, en El Político elabora un tratado biográfico que resume las virtudes políticas en la figura de Fernando el católico, en quien personaliza los ideales de excelencia humana que completará en El Discreto, donde volverá a insistir en virtudes como la prudencia, la educación o el buen gusto como propias del hombre ideal. Son los ‘Realces’ que dan título a los veinticinco capítulos en los que se estructura la obra.

Porque, como recuerda Santos Alonso,  “con la mirada puesta en una manifiesta estructuración barroca y en una búsqueda de originalidad, llama «primores» a los capítulos de El Héroe, «realces» a los de El Discreto, «aforismos» a los del Oráculo manual, «discursos» a los de la Agudeza y Arte de ingenio y «crisis» a los de El Criticón.”

El Oráculo manual y Arte de prudencia es una de las cumbres de la prosa barroca y del pensamiento aforístico español y universal. Contiene agudezas como esta, del epígrafe 205, por la que no pasa el tiempo, a la que cada lector podría poner una cara y un nombre:

Astucia de indignos: oponerse a grandes hombres para ser celebrados por indirecta, cuando no lo merecían de derecho: que no conociéramos a muchos si no hubieran hecho caso de ellos los excelentes contrarios.

O este otro aforismo, cuya fuerza está en hablar no de la envidia en abstracto, sino del envidioso sufriente y concreto con el que todos nos hemos cruzado alguna vez. Estaba, hace más de tres siglos y medio, agazapado en estas líneas del aforismo 162:

No muere de una vez el envidioso, sino tantas cuantas vive a voces de aplausos el envidiado, compitiendo la perennidad de la fama del uno con la penalidad del otro. Es inmortal este para sus glorias y aquel para sus penas.

Un clásico que no ha dejado de crecer desde su primera edición en 1647, un libro que se ha ido actualizando con cada lector y con cada época,
 
La Agudeza y Arte de ingenio es un tratado de retórica conceptista, una preceptiva barroca construida a partir de los textos que selecciona Gracián para exponerla. Sutileza y concepto son las claves de esta poética barroca que nuestro autor analizó mejor que nadie en su tiempo. Y es también una antología de textos desde Horacio y Virgilio hasta Garcilaso y Góngora, el autor del que más textos aporta Gracián que lo considera el mejor exponente de esa intensidad poética conceptista.

El Criticón, su obra mayor, de voluntad ambiciosa y proyección universal, es una construcción novelística e intelectual, una alegoría moral y filosófica de la vida humana que transmite una visión desengañada del mundo: ¿Es posible -dice Andrenio, uno de sus protagonistas- que jamás nos hemos de ver libres de monstruos ni de fieras, que toda la vida ha de ser arma?

Se sustenta en un argumento de novela bizantina protagonizada por Critilo y Andrenio en tres momentos simbólicos: la primavera de la niñez y el estío de la juventud, el otoño de la varonil edad y el invierno de la vejez, tres partes subdivididas en crisis que constituyen la cima de la prosa conceptista en España.

Un conjunto de treinta y cinco cartas, un amplio aparato de notas y un extenso repertorio de nombres propios cierran este volumen, sobre el que señala Santos Alonso al final de su introducción que “la intención del editor  no ha sido otra que la de acercar los libros de Graciàn, un escritor generalmente de destino minoritario, al mayor número de lectores posible.”