07 junio 2023

Gregorio Dávila. Heredar la lluvia



Vengo de un pupitre vacío y una pizarra sin palabras, 
de un aprendiz de herrero que cambió la fragua 
por la tarima, un buen aprendiz de maestro 
y sin embargo… 
el azar  vomitó su flema con la muerte del tío Diego. 

Luego… el carromato para vender vino y cerveza, 
el comercio para salir a flote, 
la vida entre los viajes y las ventas, 
un Quijote en la noche de posada en posada.

Soy el croquis de un padre que dibuja la huellas 
de los dedos, la geografía de un silencio. 
Mi historia desata la lluvia entre las líneas de la mano, 

el gozo de un niño junto a su padre, 
la aventura de ir en coche al pueblo vecino

Ese poema pertenece a la parte central -‘Mi menor’- de Heredar la lluvia, el libro con el que Gregorio Dávila obtuvo el XXIX premio Mario López, del ayuntamiento de Bujalance.

La exploración en la memoria como raíz del ser es la esencia de estos poemas que toman su título de un verso de Ángel Campos: “Heredar la lluvia y profesar en ella el ritmo pausado de las cosas”.

Muchas de sus claves líricas y humanas, verbales y existenciales, están enunciadas en su poema inicial:

Aprendo de la piedra la humildad 
y de la lluvia la oración.
El silencio nombra a los pájaros.

La lengua nos reclama desde un profundo pozo 
la Custodia de las cosas sencillas 
como guardianes entre el trigo.

El mundo se derrumba 
pero intentamos escribir 
              al ronroneo de la tarde 
este milagro del poema.

Están ahí no sólo esas claves, sino el tono de voz baja sobre el que se construyen estos textos por los que fluyen los manantiales de la memoria y el gozo, la conciencia del tiempo sobre el que se construye la identidad. 

Una poesía educada en la mirada profunda a la realidad del paisaje, los recuerdos y las lecturas (Rilke y Mujica, Praena y Rosales, Aleixandre y Leopardi) que han educado la mirada del poeta, su sensibilidad de yunque y fragua, de alberca en tierra seca y cielos infantiles, de conciencia del tiempo y la palabra hasta que 

el mundo nace a la luz 
-la grieta en la conciencia-
donde las cosas rumian su silencio.