08 junio 2023

Prohibido aparcar, de Luigi Ballerini



“La obra poética y crítica de Luigi Ballerini (nacido en 1940 en el barrio milanés de Porta Ticinese), es una de las más ricas, completas e influyentes de la poesía italiana de la segunda mitad del siglo XX y los primeros veinte años del XXI”, escribe José Muñoz Rivas en la Introducción de su edición bilingüe de  que publica El Sastre de Apollinaire.

Divieto di sosta, que ese es su título original, se publicó en Turín en 2021, “es su último libro, y recoge bastantes materiales publicados en revistas en los últimos años, así como otros textos muy singulares que el poeta tenía sobre la mesa desde hacía tiempo. Esta cierta dispersión que hay entre los materiales del libro es algo que se refleja perfectamente en la estructura del poemario, y diría que también en su talante divertido, y sobre todo lleno de creatividad, de ironía y de humor, en el mejor sentido del término”, explica Muñoz Rivas en la introducción, que recorre la trayectoria poética de Ballerini y repasa los intereses del poeta y las influencias más decisivas en su obra: además de la poesía italiana contemporánea, la  de la poesía en lengua inglesa a través de autores como T. S. Eliot, Pound, William Carlos Williams, Wallace Stevens y Charles Olson, sobre cuya obra hizo su tesis de licenciatura. 

En la traducción de Muñoz Rivas este es el poema que lo abre y que da título al conjunto.

PROHIBIDO APARCAR

primero fue el zumbido de una mosca: luego llegaron los maestros
de la obediencia (el límite del tiempo máximo, el abrazo
caliente) y casi todos estuvieron contentos: los perros en la perrera,
el heno en el henil, la arena en el arenal donde los vidrios
se hacen piedras de mar

luego fue como el atrito de una culpa, la propuesta de venganzas
contra desconocidos y de las actualizaciones teológicas: el desacuerdo,
no encontrando expresiones adecuadas, terminó con el traducirse
al inglés de los aeropuertos

fue, en fin, el prohibido aparcar, las astucias caídas en el regazo
de un ansia, de una luna quisquillosa, de los sollozos a mitad
de precio de quien, escabroso y esencial, deglutía gramáticas
no tramitadas, pequeños calvarios a go go

Arraigado en la poesía neovanguardista, el mundo poético de Ballerini, que asume también la tradición clásica, de Dante y Cavalcanti, es un mundo transfigurado en lenguaje, que fluye en la libertad de la palabra y en una sintaxis ajena a los diques convencionales de la puntuación. 

Un mundo poético levantado a base de experimentaciones estilísticas y de intuiciones que traducen la percepción de la realidad al código verbal de la imagen que la reinventa o la reinterpreta. Y esas imágenes proponen una relectura integradora de la experiencia caleidoscópica del texto a través de una polifonía en la que el yo lírico se disuelve en otras voces y en el magma expresivo del poema. 

“Los grandes temas de la poesía de Ballerini -afirma Muñoz Rivas- se dan cita en Divieto di sosta sin grandes conflictos entre sí, como interrelacionandose amablemente, siempre delicadamente: poesía y prosa, italiano y dialecto milanés, el tema de la guerra y la resistencia italiana, el presente y el pasado, la política italiana, la literatura culta y popular, el cine, las canciones de la época, la amada crónica radiofónica, el ciclismo de otra época, el fútbol, desde una posición también nostálgica y reflexiva.”

Cierra el volumen un espléndido aparato de notas que aclaran citas, expresiones o referencias locales que permiten un acceso más completo a los textos de Ballerini en la muy legible traducción de Muñoz Rivas, que ha hecho un admirable esfuerzo para acercar al lector español una poesía nada fácil en la que resuena el eco del Macbeth de Shakespeare en poemas como este intenso ‘A media asta’:

permanece a media asta el sexto sentido de los alfabetos, los aranceles 
suprimidos y ratificados, los mensajes del envidiar. Cuando 
un árbol muere te deja una mirada de desafío, como 
el llamar de un visitante inesperado e inoportuno. Quien 
pesca y no pesca peces es como si dijera siempre adiós 
y nunca hasta luego, como si el odio quedase todo en el fondo 
del vaso. ¿Quién pudiera ser esta sal de la tierra, 
estos follajes que desde Birnam Wood marchan hacia 
Dunsiname? Ya maravillarse es trabajo, imaginarse 
este caminar hacia atrás con la punta de los pies, cerrar 
despacio la puerta, para que el enfermo muera solo, en paz