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30 noviembre 2023

Especie, de Pilar Fraile

 


al perro le hablaban los gusanos 
él al abrigo de la correa 
sordo de palos en la noche 
ciego de rastro y comidera 
subían desde el suelo por su corazón 
infectando sus latidos con su sí 
con su sí inmenso carcomido 

Ese estremecedor poema forma parte de Especie, el libro que Pilar Fraile publica en Bartleby. En nota a pie de página explica la autora su origen con estas palabras:

Una mañana en mi pueblo apareció un galgo blanco. Era viejo, con el pelaje sucio y cicatrices. Yo no debía de tener más de ocho o nueve años y el animal me parecía enorme. Enseguida empezaron las especulaciones acerca de su origen. Mientras tanto, él se paseaba por las calles del pueblo y por la Plaza Mayor con altivez y aplomo. Todos nos parábamos a mirarlo y creo que, secretamente, deseábamos que pasase delante de nuestra casa para poder observar su majestuosidad. Al cabo de unas semanas desapareció tal y como había venido. «¿Te acuerdas del galgo?», decía luego la gente, y se asentía, y se hacía el silencio.

La memoria familiar, la injusticia y el miedo, la pobreza y los inmigrantes alimentan la razón moral de los versos de Especie, invertebrados y fragmentarios, que hablan del exterminio y las cunetas en versos como estos:

por el hilo contra el hilo mastica la piedra o
ya romper no podía su angina mano blanca 

desde el hilo pieza a pieza 
cercos que se hicieron en la espina 
torcido el mineral 

o eran voces llegando hasta los cuerpos 

nudo que médula no muerde 
(nudo que médula 
bacteria que metralla)

¿Comunicación o expresión?, se pregunta el lector ante el sentido de estos textos elusivos y elípticos, aunque de innegable potencia expresiva. Asumido el desequilibrio entre el medio y el mensaje, si había un proyecto comunicativo en ellos, lo pone en riesgo su mismo carácter intransitivo y opaco. Y si la voluntad poética de estos textos es la expresión, no parece que estos sean el tono y el registro que piden esa materia y la voluntad testimonial o de denuncia de estos poemas.

Quizá eso explique que la autora haya buscado salvar tan llamativo desajuste entre el contenido y la forma o entre el fin y los medios con un contrapunto explicativo o una extensa nota a pie de página. Como en este caso, uno entre muchos:

cae mía cae 

como se abre a la noche la mariposa extranjera 
así o desdentada 
como los huesos comida 

cae mía cae 

abren ahora las papilas la sima el corte seminal de la manzana 
abren como boca de pez y espina muerta 
abren abren sus torpes epidermis aleteo 
¿qué ruido no? 
¿qué cauce no? 
cae mía cae 
las puertas las linternas los aullidos que harán 
para buscarte

——————-
Mi abuela no dudaba en mentir, disimular y, sobre todo, ocultar sus ideas, para proteger a sus hijos.
Tenía razones, muchos familiares y no pocos de los del pueblo habían sido encarcelados, perseguidos, ajusticiados. Por la sangre heredamos, sin embargo, todo lo que eran los abuelos.
Mi madre, después de que la abuela falleciera, prematuramente y por falta de cuidados médicos, decía que la escuchaba en su propia voz. Ahora que ella también nos ha abandonado, yo las oigo a las dos en mi voz, y en el cuerpo todo, que ya no es mío.
En mi sangre está la suya y la de los que huían y la de los que no lograron huir.