Encuentro italiano con los sentidos
“Encuentro italiano con los sentidos” titula el poeta, profesor y crítico Jesús Cárdenas la lúcida reseña de Cuaderno de Italia que aparece en el último número de la revista Quimera.
La dejo aquí en su literalidad con mi agradecimiento por su lectura profunda y su sensibilidad:
“Hablar de la trayectoria de Santos Domínguez sería algo así como trazar una amplia cartografía desde los noventa, que fructifica obteniendo diversos premios. Más de una veintena larga de publicaciones a las que hay que sumar otras tantas antologías.
En una de ellas me detengo: en la antología bilingüe español-italiano He visto arder la vida, de la que se encargó Marcela Filippi, en edición digital, y que posteriormente se publicó en Talos Edizioni. En esa breve selección de poemas quedaba la intensidad de una parte artística relevante de Italia.
En Cuaderno de Italia el poeta cacereño compendia distintas «visiones de belleza». Según afirma en el proemio Filippi, rememoraremos «la historia, el arte, la poesía y las leyendas que han caracterizado el rico patrimonio italiano». El libro podría funcionar como un libro de viajes o un diario, porque nos descubre una serie de espacios, obras y vivencias, pero contiene una mirada tan imaginativa y el uso del lenguaje es tan intenso que no cabría más que en el género poético. Cada mirada al patrimonio artístico de Italia supone una experiencia casi mística. Cada poema nos traslada a otro tiempo: no solo nos pone delante de una obra artística, sino que mediante sus versos parece que vivimos dentro de cada experiencia cultural.
Cuaderno de Italia constituye un itinerario emocional. Paseando por el Tíber, Roma, Salerno, Florencia, Siracusa, Recanati, Sicilia, Pompeya, Nápoles, Venecia…, sentimos que nuestro mundo se nos encoge. No hace falta imagen alguna que nos ilumine salvo las pinceladas de los versos de Santos Domínguez. Ya sea en el título, en la cita o en el interior de los poemas, el listado de nombres ilustres que nos ofrece Santos tampoco es desdeñable: Caravaggio, Miguel Ángel, Velázquez, Cicerón, Leopardi, Dante, Goethe… Tal vez nos remontemos al Romanticismo, al Barroco o a los primeros siglos.
Como todo viajero, Santos nos propone el sentido de la vista como inicial, para luego fantasear con el oído hasta adentrarse en el interior -casi podemos palparlo, vivirlo-. Aunque alguno podría funcionar como un texto adicional a la pintura o texto ecfrástico, el nivel que revela no es necesario. Por ejemplo, en ‘In Absentia’, a colación de “Muerte de la Virgen” de Caravaggio. El poema encierra la belleza de un modo sublime desde el comienzo («Un aire tenue flota / fúnebre sobre el cuadro/ y hay un silencio antiguo de invierno y abandono / que invade la mirada») hasta el cierre («El arte la redime del olvido y la furia. / Ya el tiempo no la toca»).
La fragilidad del ser es inevitable al contacto con la cultura italiana. La recreación configura un objeto que persiste, reacio al paso de los días, como se lee en “Ponte Rotto”, “Teatro de Marcello” o “Degli Angeli”. El tono se torna místico cuando la verticalidad de lo contemplado exige al poeta que sus ojos miren arriba, cobrando sus versos cierto panteísmo, así en “Panteón de Agripa”: «Y hay una astronomía de ciclos planetarios,/ de lunas y estaciones y números enteros / que invocan en sus celdas lo cósmico y el símbolo.» En esta sintonía, tras nutrirnos la vista, estos poemas cubren el aspecto de la musicalidad magníficamente y, gracias a esta plasticidad en imágenes, nos conducen hasta lo que se nombra, hacemos el mismo viaje. Otra joya del Cuaderno de Italia -solo nos da tiempo a sugerir alguna- es “Jardines de Velázquez”: «Leve sobre la tarde serena del jardín, / en los altos cipreses se mece la armonía / secreta de los astros».”
(Jesús Cárdenas. Quimera, 480. Diciembre 2023)
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