04 diciembre 2023

Vidas, obras y leyendas de Ortega y Gasset

 




Vidas, obras, leyendas es el subtítulo de la biografía de Ortega y Gasset que publica en Cátedra Biografías José Ramón Carriazo Ruiz, que explica ese subtítulo en el epílogo con estas palabras: 

En las páginas anteriores, le hemos tomado la palabra a Ortega y, puesto que el tema de este libro son sus vidas, sus obras y las leyendas que se tejieron en torno suyo, se ha trazado la biografía de estos tres temas plurales, sus historias como la narración de las experiencias y aventuras vitales de Ortega, en cuanto leyenda del propio Ortega que vive en él y al que le pasan cosas con él, del mismo modo que a él con su circunstancia en el mundo. […] Esta narración se ha elegido como aproximación a la verdad manifiesta en los textos y documentos, y velada tras las leyendas tejidas en torno a nuestro personaje. Al contar los hechos, dichos, obras y mitos de uno de los autores más relevantes son lengua española del siglo XX, nos hemos tenido que enfrentar a los relatos biográficos que nos han precedido -otras vidas de Ortega escritas antes que esta- y a las interpretaciones de su obra que llenan las bibliotecas y archivos digitales de la centuria presente, que muestran unas tradiciones interpretativas y ocultan otras.

Como en el resto de los volúmenes de esta ya imprescindible colección de Biografías Cátedra, además del mero relato biográfico, el foco de atención se proyecta sobre la constante interrelación entre vida y obra, entre biografía y pensamiento, de tal manera que, más allá de las múltiples circunstancias externas y de las peripecias vitales del biografiado y de su intensa actividad pública, el libro presta mucha atención al proceso formativo de su personalidad intelectual, a la construcción de su universo filosófico, a la trascendencia de su sistema de pensamiento, que cambió decisivamente el rumbo de la filosofía española contemporánea, y a la dimensión lingüística de su obra plural.

Por eso esta biografía de Ortega incide, como señala su autor, “en los aspectos lingüísticos y literarios que lo convierten en un autor imprescindible para entender los cambios que la modernidad y sus crisis han traído al oficio del escritor, ensayista y prosista, divulgador de la filosofía y la ciencia de su tiempo, traductor, editor, promotor de diccionarios, rescatador del conocimiento y la sabiduría que se encierra en la lengua coloquial, en el sentido común y en el hallazgo metafórico. La voluntad de intervenir de forma profunda y exclusiva en el destino de su pueblo explica lo que su obra tiene de variable, ocasional y circunstancialista.”

Organizado en cuatro partes cronológicas -Estirpe y formación (1883-1913), La ida (1914-1931), La vuelta (1932-1955) y Final-, el volumen arranca con un seguimiento de los años de formación de Ortega (el doctorado en Filosofía y Letras, sus decisivos viajes a Alemania, su estancia en Marburgo) y se adentra a continuación en un momento de enorme creatividad -desde El Espectador a Misión de la universidad pasando por El tema de nuestro tiempo, La deshumanización del arte, Ideas sobre la novela o La rebelión de las masas- que le consagra como una de las figuras más destacadas del pensamiento europeo del primer tercio del siglo XX, pero también como el intelectual comprometido con la cultura de su tiempo -desde la editorial Calpe o con la fundación de Revista de Occidente- y con la vida política cuando crea en 1930 la Agrupación al servicio de la República, junto con Gregorio Marañón y Pérez de Ayala.

Vendría después, próximo ya a los cincuenta años de vida, “lo que él mismo denominó su «segunda navegación» con la metáfora que Platón usa en Fedón para expresar que, una vez llegado al punto de mayor dificultad, es preciso emprender decididamente una nueva singladura, como ulterior y más arduo intento de aclarar el enigma filosófico que se dilucida en las tensas horas que anteceden a la muerte de Sócrates.” Son los años de decepción con la República, los de los cursos universitarios entre 1932 y 1936, los del impulso reformista de la Universidad Internacional de Verano, los de Misión del bibliotecario, donde escribe que “si fuera posible ahora reconstruir debidamente ese pasado, descubriríamos con sorpresa que la historia del bibliotecario nos hacía ver al trasluz las más secretas intimidades de la evolución sufrida por el mundo occidental.” También los de la salida de España en el verano de 1936, los del exilio en Buenos Aires, donde impartió las diez conferencias de El hombre y la gente entre 1939 y 1940, donde fue cuestionado como filósofo y donde pasó apuros económicos y vivió en 1941 el año más negro de su vida antes de trasladarse a Lisboa, donde estaría unos años antes de regresar  en el verano de 1945 a España, donde funda con Julián Marías el Instituto de Humanidades y disfrutar de su segunda y tercera “apoteosis alemanas”.

En el prólogo (‘El arquero y el pimiento: Ortega y Gasset y las cosas’), escribe Antonio Sánchez Jiménez a propósito de esta biografía: “Una de las cuestiones que emerge de su lectura es la idiosincrasia de la filosofía española en general y de la de Ortega y Gasset en particular. Nos referimos a su asistematicidad, que lleva a muchos a negar ese título («filósofo») a nuestro mayor filósofo, para otorgarle más bien el de «pensador». Frente a Kant, o frente a filósofos contemporáneos como Wittgenstein y Heidegger, Ortega sería un pensador; la tradición hispánica de Vitoria, Suárez, Andrés, Unamuno, poblada por curas y literatos, sería pensamiento, no filosofía. […] Pensamiento, pensamiento... ¿Filosofía o pensamiento? Pues bien, la biografía de Carriazo no pone en duda que Ortega fuera un filósofo, nuestro mayor filósofo, pero entra en el debate y aclara sus términos en un doble contexto: el de la historia de la filosofía europea en el cambio de siglo y el de la tradición filosófica hispánica desde el Renacimiento hasta la Posguerra.”

Un notabilísimo aparato de notas, que ocupan doscientas páginas del volumen, su tercera parte, refleja la solidez de este ensayo y su sólido apoyo documental, pero además esas notas desarrollan como comentarios al margen muchas de los propuestas que aborda esta magnífica biografía de Ortega y Gasset, de quien destaca el biógrafo tres aportaciones “de las que ni el fracaso ni la incomprensión del carisma pudieron apartarle nunca: la renovación y universalización de la cultura española, sobre todo gracias al éxito de sus empresas editoriales que surgen siempre de fracasos anteriores; la ingente labor, desde luego siempre ocasional y circunstancial, de divulgación de los problemas científicos y las categorías filosóficas más novedosas en cada momento, que él creía el más relevantes y eficaces para conseguir el logro precedente -en los periódicos, en las revistas, en los cursos universitarios o públicos, en las conferencias, en el parlamento-; y su pertenencia a la deslumbrante tradición lingüística y literaria hispánica -humanista, barroca o modernista- del brillo y el ingenio, cuyo magistral dominio le granjeaba, precisamente, una fama literaria que le confería prestigio y admiración no solo en Iberoamérica y España, sino también en Alemania o Suiza.”