02 marzo 2024

El último enfrentamiento de la doble K

 


 Aquel viernes, 2 de marzo de 2001, bajé nuevamente a desayunar a la cafetería Cástulo; era el único día que mi horario en el Instituto Huarte de San Juan me lo permitía. Se cumplía justo una semana desde que comenzara el torneo. A falta de cinco rondas, la clasificación la encabezaba Gary Kaspárov con 4 puntos, seguido de Anatoly Karpov con 3; la mayor rivalidad de la historia de todos los deportes, como había asegurado en más de una ocasión el  periodista Leontxo García, seguía vigente en el nuevo siglo. 

Así comienza El último enfrentamiento de la doble K, la novela de Miguel Vega que publica El ojo de Poe.

Ambientada en Linares, donde se desarrolla el XVIII Torneo Internacional de Ajedrez, se centra en la rivalidad entre Kasparov y Kárpov en la época de oro del ajedrez.

Junto con los dos ajedrecistas, uno de los personajes fundamentales de la novela es Fernando Arrabal, cronista del torneo, que publicó en 1983 La torre herida por el rayo, una novela que relata proféticamente un enfrentamiento por el campeonato del mundo de ajedrez entre dos rivales, Elías Tarsis y Marc Amary, que representaban dos maneras de entender no sólo el juego, sino la vida. Dos maneras simbolizadas en sus partidas: “Al gótico florido de Tarsis, Amary, por su parte, está decidido a oponer la arquitectura racional de su posición.”

Y ese trasunto alegórico alienta también en esta novela narrada por Bernal, cronista del torneo en el diario Nuevo Jaén, profesor en un instituto y autor del Tríptico de Cástulo, una primera novela que Miguel Vega publicaría en 2004, tres años después de los hechos narrados.

Sobre ese fondo narrativo emerge la fugaz relación amorosa del narrador con la atractiva y misteriosa figura de Anna, una joven pintora petersburguesa que forma parte del equipo de analistas de Kaspárov y sufre un envenenamiento tras el que se intuye un oscuro asunto de traiciones, servicios secretos y tráfico de información.

Intercalado en la acción principal, como un contrapunto metafórico, se incorpora a la novela un sueño de Escipión el Africano, en el que el pretor juega al ajedrez con su tribuno Silano en su tienda después de la toma de Iliturgis y antes de reconquistar Cástulo, la estratégica capital oretana, cercana a la actual Linares. Un sueño en el que acaba teniendo un papel central Himilce, la princesa ibera, mujer de Aníbal y amante del primer Escipión, que conquistó Cástulo y la perdió tres años después, junto con la vida, en la batalla de ese nombre.

Como Anna, Himilce pasa de un bando a otro, se entrega al general romano y reconoce su “sincera indiferencia por un bando o por otro, a pesar de ser la esposa que el general cartaginés había dejado en Iberia para lanzarse a la eterna guerra contra Roma.” Porque la conquista de Cástulo por el general romano “me había devuelto la libertad en mi propia ciudad.”