29 marzo 2024

Según Lucas, 2



Lucas se muestra con más claridad aún que Mateo insatisfecho con los escritos evangélicos anteriores y pretende escribir su versión propia ofreciendo una «narración ordenada» (Lc 1,3) que presupone una investigación personal. La narración se basa en las noticias transmitidas desde el principio por «testigos oculares y servidores de la Palabra», es decir, por testigos visuales y compiladores de tradiciones de la primera y segunda generación respectivamente: el evangelista vive, pues, más tarde, en una tercera generación de cristianos. Lucas pretende ser tenido por historiador concienzudo, y al aceptar como base a Marcos y a la fuente Q, muestra que los considera fiables históricamente, aunque con algunos reparos.
Cuestión diferente es si Lucas consigue o no su propósito de ser un historiador imparcial y verdadero, pues tanto su mentalidad moldeadora de los acontecimientos como las fuentes utilizadas por él no están estrictamente interesadas en la historia, sino en la proclamación. Por ello, la crítica moderna duda un tanto de la eficacia de sus buenos deseos. Por un lado, parece respetar sus fuentes. Así, casi todos los investigadores están de acuerdo en que Lucas respeta más que Mateo el orden y el vocabulario de la fuente Q, que le sirve de base en muchos pasajes. Pero, por otro, parece estar mal informado o ser poco objetivo: el larguísimo viaje de Jesús a Jerusalén de 9,51-18,14 es una ficción literaria e histórica y para hacerle un hueco debe borrar parte de Marcos; la positiva eliminación de Galilea de todas las historias pascuales con la consiguiente ventaja absoluta de Jerusalén no encaja con otros evangelios.

Antonio Piñero Sáenz.
Guía para entender el Nuevo Testamento.
Trotta. Madrid, 2011.