28 marzo 2024

Según Lucas


En el relato de la Pasión, Lucas, en conjunto, se ciñe a Marcos, pero lo enriquece con manierismos que no siempre me entusiasman. En el monte de los Olivos, es a la vez sulpiciano —un ángel desciende del cielo para reconfortar a Jesús— y morboso: el sudor de angustia que cubre su frente se transforma en gruesas gotas de sangre. Uno de sus discípulos, cuando van a detener a Jesús, saca su cuchillo y le corta la oreja a un criado del sumo sacerdote. Juan nos informa de que ese criado se llamaba Malco, y es el tipo de detalle al que concedo veracidad: ¿por qué decirlo, si no? Lucas, por su parte, añade que al tocar la oreja del herido Jesús la cura, y esto no me lo creo en absoluto.
Abordo ya el Gólgota. Los soldados, en Marcos, escupen al rostro de Jesús, del mismo modo que él escupía en los ojos de los ciegos. Lucas elimina todos los esputos, que escandalizarían a Teófilo, pero en cambio agrega diálogo. Allí donde Marcos, con su laconismo y su temible aspereza, sólo deja constancia de una frase de Jesús en la cruz, Lucas, siempre más locuaz, le presta tres.
La primera es la que Jesús dice de sus verdugos: «Padre, perdónales porque no saben lo que hacen».
Ante el mal, es lo que siempre debería decirse, ¿no?
La última es la que menos me gusta. En el momento de expirar, Jesús dice: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu», y es conmovedor, sin duda, pero mucho menos hermoso, mucho menos terrible que en Marcos: Eli Eli lamma “sabactani, «Padre, padre, ¿por qué me has abandonado?».
Pero el más bello hallazgo de Lucas está entre los otros dos, como la cruz de Jesús entre las de los otros dos condenados. Ellos son bandidos, están muriendo en medio de sufrimientos atroces, y no obstante uno de ellos se burla de Jesús: «Si eres el Salvador, sálvate a ti mismo». El otro protesta: «En nosotros es justo, nosotros pagamos por nuestros crímenes, pero él no ha hecho nada malo». Y le dice a Jesús: «Acuérdate de mí, te ruego, cuando estés en tu reino».
Respuesta de Jesús: «Esta noche estarás allí conmigo».

Emmanuel Carrère.
El Reino.
Traducción de Jaime Zulaika.
Anagrama. Barcelona, 2014.