Aforismos de Gregorio Luri
La historia de la humanidad es la de la expansión de lo posible a expensas del sentido de la realidad.
La muerte es el triunfo definitivo de lo real sobre lo posible. Pero ya no estamos allí para rubricarlo.
Son dos de los aforismos que Gregorio Luri incluye en Una triste búsqueda de alegría, que publica La Isla de Siltolá.
No se trata de meros chispazos ocurrentes ni de gaseosos relámpagos verbales, sino de reflexiones sistemáticas bajo las que subyace el sistema coherente de pensamiento crítico de Luri, del que ha dado muestras en La imaginación conservadora (Ariel, 2019) o en los artículos reunidos en La mermelada sentimental (Encuentro, 2021).
Cercanos a la solidez intelectual de los aforismos del colombiano Gómez Dávila y a los juegos verbales y conceptuales de Bergamín, estos textos breves revelan la presencia de un autor consciente de que “la trivialidad es el principal enemigo del pensamiento inteligente. El problema es que hace falta inteligencia para reconocer la trivialidad.”
Y así la historia y la filosofía, la política y la literatura, la vida y el sentido común, el poder y la superficialidad del presente son los objetos de reflexiones como estas:
La corrección política nos está llenando el mundo de plañideras, siempre dispuestas a ser las más lloronas de los funerales.
El error es una fe de vida más segura que el acierto.
Empoderar es empalabrar.
La lectura es una técnica de defensa propia.
El plácido mundo en que crecimos nunca existió.
En política lo que convence es la cantinela. La repetición tiene más capacidad disuasoria que el silogismo.
La filosofía no proporciona ningún refugio para la intemperie. Es la intemperie. Es más capaz de destruir que de construir. De ahí la importancia del silencio. De ahí la cicuta.
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