28 abril 2024

La limosna de los días





“Sólo hay un poeta, dice Rilke, / sólo uno es el Poema”, escribe Gregorio Dávila de Tena en el texto inicial de La limosna de los días, con el que obtuvo el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Córdoba Ricardo Molina.

Organizado en tres partes -‘Humus de otoño’, ‘La ternura de la nieve’ y ‘Con letra minúscula’-, este es un libro de gracias escrito desde la humildad y la cercanía para dialogar con la tradición de la palabra contemplativa, con la sutileza verbal de una poesía de la mirada y la memoria.

Porque ese, el de la mirada sutil hacia el mundo y el de la memoria estremecida por la emoción, es el doble idioma en el que hablan estos poemas, que surgen de un territorio intermedio entre lo hímnico y lo elegíaco, desde el presente de la contemplación y el pasado de la evocación; porque 

Todo está aquí 
dentro del ámbito del cuerpo 
esta vida que bulle en el fondo del pozo 
             como una llamita del sol 
encendido por tus ancestros 
pasando de un pabilo a otro 
            -tal vez sea una llama eterna- 
un diapasón de energía en el vientre 
una luciérnaga sobre el río.

‘Humus de otoño’ se titula significativamente la primera de las tres partes del libro. Y es que estos textos se nutren del humus de la tradición literaria y del recuerdo, de un otoño de espera silenciosa y trabajo en las raíces de la palabra, asumida y transformada, de otras voces y otros mundos poéticos: de los caminos de Machado y la limosna de los días de Borges, que da título al libro, de la madre  propia y de la de Vallejo, del eco de Unamuno y el frío de Gamoneda, de la nieve de Llamazares y el arca de los dones de la Biblia, del no saber de San Juan de la Cruz y de las tardes de septiembre, del río de Heráclito y de la mente invernal de Wallace Stevens, de la niebla de Cernuda y de la infancia, ese pasado presente en muchos poemas del libro:

Tu infancia fue de granito y alberca
              -agua y piedra, como siempre en la historia-.
Tu madre Petra (de piedra) y tu padre Manuel (dios con nosotros). 
Este niño con sed de mañanas, 
con hambre de jilgueros y caricias 
que teme el hurto de todo lo que roza.