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18 mayo 2024

Canciones a María, de Pedro Burgos Montero

 


  ADIÓS 

Hay entre mis dedos una brizna de tiempo/detenido, 
y la hierba que piso huele a otoño, a despedida.
Hay entre mis dedos una brizna de olvido.
Las rosas están completamente mustias, 
pero mi alma te respira, está contigo.

Es uno de los poemas centrales de Canciones a María, de Pedro Burgos Montero, uno de los conjuros poéticos con los que evoca desde la oscuridad la luz caribeña de un pasado hecho presente en el poema.

Un conjuro de la palabra y la memoria para elaborar en estos poemas la nostalgia del amor, revivido desde el lugar del abandono y la despedida, desde el naufragio y el silencio, desde el destierro de la soledad y el otoño de la nieve:

Ahora Octubre se presenta 
a golpear en mi puerta 
con tus dedos cerrados 
y sellada tu boca.
Tembloroso, me asomo 
a donde pones tus brazos 
de ramas y de ocasos.
No te conozco, dices, 
porque también soy otra.
“Eres la que viniste, recuerda, 
antes de yo nacer”.
En tanto así te hablo, 
se oye un rumor lejano, 
cuyo esplendor nos cubre 
desde los pies desnudos 
hasta la anchura de la noche, 
bien nevada de pétalos.

Porque, como nos enseñó Antonio Machado, “se canta lo que se pierde”.