29 junio 2024

Relato de una obra maestra





 En los días pasados sobre los andamios removiendo la suciedad de los mármoles, fusionando los frescos al muro, alguien tuvo la idea de un juego malvado: buscar un defecto, una debilidad, una visible incongruencia en el mundo pintado o esculpido que teníamos entre las manos. Buscábamos en broma una defaiance, incluso técnica, de los artistas y quien la descubría la señalaba a los demás y la sometía a discusión. Pues bien, después de pocos días a todos nos quedó claro que debilidades y hasta incongruencias se podían encontrar solo en la obra de Pinturicchio y en la de Bregno, pero nunca, ni siquiera en un detalle, en la de Miguel Ángel. Con juvenil arrogancia subrayábamos las torpes torsiones anatómicas de las figuras de Pinturicchio, que en algunos casos parecían autómatas articulados. En Bregno tocábamos literalmente con la mano la imposibilidad de reconocer y proporcionar un cuerpo de manera tridimensional. Pero, nunca, nadie consiguió encontrar un defecto en las esculturas de Miguel Ángel, ni un dedo mal inclinado o un pliegue de tela incoherentemente fruncido.
Esos dos mundos alineados, generados en los mismos años, estaban, en realidad, muy lejos entre sí. Existía un antes y un después. Solo después de Miguel Ángel existió la perfección, la ausencia de fallos en la obra de arte, de las que acaso no todos y no siempre somos conscientes hoy, pero de las que sí lo fueron en la época los comitentes y toda la ciudadanía toscana que acogió a Miguel Ángel como un astro divino.


Antonio Forcellino.
La Capilla Sixtina.
Relato de una obra maestra.
Traducción de Juan Carlos Gentile Vitale.
Alianza Editorial. Madrid, 2021.