10 junio 2024

Sbataisso. Escenas de Venecia de José María Álvarez

 


“Álvarez escucha en silencio el sonido de las aguas en la Laguna, y ese sbataisso delicado, el chapoteo de las góndolas amarradas en la dársena. La ciudad como una diosa coronada con ese vaho de Dios, sobre el que vela el poeta”, escribía hace diez años Alfredo Rodríguez en la Presentación de El vaho de Dios, la antología de poemas venecianos de José María Álvarez.

Y esa imagen sonora del Sbataisso de las góndolas que se bambolean en el Canal lo ha elegido también como metáfora de la ciudad y como título de la estupenda selección de Escenas de Venecia en prosa extraídas de las memorias Los decorados del olvido, de los diarios La sombra de la memoria y de las conversaciones reunidas en Exiliado en el arte o en Antesalas del olvido.

Encabezadas por citas de Museo de cera, estas escenas venecianas, agrupadas en tres movimientos -Venezia triunfante, Venezia opiácea y Venezia del amor-, se expresan en tonalidades distintas, pero las recorre una común mirada apasionada, sensitiva y reflexiva, que se proyecta, bajo la luz cambiante de Venecia, sobre el silencio nocturno y las nieblas del invierno, sobre el arte y la literatura, sobre la memoria y el deseo, sobre la belleza efímera y las ruinas del tiempo, sobre la persistencia del pasado en las fachadas con salitre y en las pinturas encendidas de los atardeceres adriáticos o sobre sus deambulaciones por un callejero laberíntico que es también un santoral barroco.

“Tan real es Venezia -afirma Álvarez- como una página de Borges, o como un cuadro de Rousseau. O todo es sueño.”

En esa mirada coherente a la “alegría sagrada” de Venecia se unen ejemplarmente la vida y la poesía, porque, como subraya Alfredo Rodríguez, José María Álvarez “ha vivido en Venecia largas temporadas y ha extraído de esa experiencia, sin duda enriquecedora, un sustrato biográfico y una actitud vital que se aunaban con los fundamentos en los que se ha ido sustentando y consolidando su itinerario poético y vital.”

Presencia y nostalgia de Venecia: palacios y puestos de pescado, estatuas y canales, iglesias y bares, música y pintura, San Marco y el Lido, la sombra de Pound en Ramo Corte Querini, el café Florián y la isla cementerio de San Michele, Vivaldi y Tiépolo, plazas y patios, puentes y cúpulas, cuadros y libros, Casanova y Verdi, Byron y Canaletto, la Academia y la Fenice, los capiteles del Palacio Ducal, Giovanni Bellini y Ruskin, Veronese y Canova, Tiziano y la Giudecca, Burano y Cannaregio, Torcello y la Piazzetta, Rialto y Palma el Joven, Giorgione y los paseos, el acqua alta y la magia de la luz, el luminoso esplendor de la Laguna y las profundas noches venecianas, la sorpresa de la belleza en cada esquina y el asombro del misterio: “Me viene bien esta paz que me da Venezia. Una paz de espíritu pero veteada por una constante disposición al asombro, a la admiración, al deslumbramiento.”

Y el daño irreversible del turismo de masas, la devastación del ruido y la suciedad, aunque “cuando Venecia haya sido arrasada, quedará en quienes la hemos podido ver; como decía Byron, la belleza en la memoria.”

Como en el memorable relato de Borges, esas líneas temáticas dibujan sobre el decorado barroco de Venecia el perfil del mundo vital y literario, ético y estético de José María Álvarez. Y con materiales como estos Alfredo Rodríguez ha compuesto en Sbataisso, como él mismo señala, “un libro vivo, un libro mosaico que nos da una idea de los mundos y obsesiones de un poeta cuya poesía tiene valor de verdad fuera de cualquier limitación temporal y supone muchas veces un acto radical de libertad, un gran tesoro literario.”

"Hay libros -explica Alfredo Rodríguez- que se preparan con una permanente sonrisa en los labios, una sonrisa etérea, como de felicidad, que nos aísla y fortifica.. Libros que no parecen suponer esfuerzo alguno en quien los  acomete y recopila, sino antes al contrario, complacencia y deleite, sumo gozo. Este es, sin duda, uno de ellos."