Sobre ¡Absalón, Absalón!
Ante las preguntas de los estudiantes con respecto al hecho de que Faulkner «raramente elaboraba el argumento de sus novelas antes de escribir, sino que estas sencillamente se desarrollaban a partir de un personaje o incidente», su contestación es que el germen de ¡Absalón, Absalón! es claramente Thomas Sutpen. En efecto, para Faulkner, el personaje central de la “novela es Sutpen, y trata de «la historia de un hombre que deseaba un hijo y tuvo tantos que lo destruyeron». Sutpen es un individuo «amoral, implacable, egocéntrico, que no se cree parte de la familia humana, [...] tomaba lo que quería porque era lo bastante grande y lo bastante fuerte [...] La gente así acaba destruida tarde o temprano». Pero al mismo tiempo ¡Absalón, Absalón! es también la historia de Quentin Compson y de «su odio hacia las características negativas del país que ama». Un país que había sido asolado por la Guerra Civil, pero en el que, a pesar de la devastación y la miseria en la que habían quedado sumidas las familias aristocráticas sureñas, cuya economía se basaba en las plantaciones y en la mano de obra esclava, Thomas Sutpen no desistió en su deseo de «establecer una dinastía». Según Faulkner, «para [Sutpen] lo importante era establecer un linaje de duques... iba a crear un ducado. Necesitaba un descendiente varón... el ducado sería su venganza contra el negro de Virginia que le dijo que fuera por la puerta trasera».
W. Faulkner habla en la novela de la «maldición» que sufre el Sur; esa «maldición», la esclavitud, que en su opinión es «una condición intolerable —nadie debería ser esclavo— y el Sur tiene que salir de esa maldición y lo hará si se le deja». La esclavitud y las consecuencias que esta conlleva en las relaciones interraciales suponen elementos que forman parte del drama que también afecta a Charles Bon. Thomas Sutpen descubre que su primera esposa, Eulalia Bon, madre de Charles, posee esa «gota de sangre negra» y, como consecuencia, la abandona, pues no puede formar parte de su «plan». Por instigación de ella, Bon fue en busca de su padre, Sutpen, «no para buscar justicia para sí mismo, sino para vengar a su madre repudiada». Esta sangre negra de la que huye Sutpen, junto con su búsqueda del heredero para su ducado, será también su propia maldición. Su muerte se producirá dramáticamente a causa de una decepción: la que sufre Wash Jones, un blanco pobre, humilde como los orígenes del propio Sutpen. Wash Jones mata violentamente a Thomas Sutpen, a quien ha calificado como «la elegante figura de hombre» y al que había admirado teniéndolo por «...un excelente hombre orgulloso. Si Dios mismo descendiese a la tierra para cabalgar por ella, trataría de parecerse a él».
Al final, Sutpen no puede eludir la tragedia que lo ha perseguido y lo que queda de su descendencia es precisamente lo que consuma su maldición: un muchacho en parte negro y perturbado.
Bernardo Santano Moreno.
Introducción a su edición de
¡Absalón, Absalón!, de William Faulkner.
Cátedra Letras Universales. Madrid, 2020.
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