Un brindis a la sombra
Como un brindis a la sombra, en el aniversario de la muerte de Manolete en Linares, dejo aquí uno de los dos poemas míos que figuran en la selección de poesía taurina La geometría y el ensueño, que Carlos Marzal preparó hace diez años para la colección Vandalia de la Fundación José Manuel Lara.
Este ‘Campo de escarcha’, que apareció en la revista Tercio de quites en el cincuentenario de la muerte del torero cordobés, y luego en el volumen Manolete para siempre. Antología de poetas mejicanos y españoles, quiere alejarse de la grandilocuencia funeraria que Marzal percibe como uno de los riesgos literarios de este tipo de poesía:
CAMPO DE ESCARCHA
“Se le vio caminar entre fusiles.”
(Antonio Machado)
A él también se le vio caminar entre cuatro
banderilleros tristes de olivares y noche,
por la vereda turbia que conduce a la muerte
entre charcos de sangre y luz de escalofrío
que la noche de agosto, ya en silencio, desbasta.
“Se le vio caminar entre fusiles.”
(Antonio Machado)
A él también se le vio caminar entre cuatro
banderilleros tristes de olivares y noche,
por la vereda turbia que conduce a la muerte
entre charcos de sangre y luz de escalofrío
que la noche de agosto, ya en silencio, desbasta.
Porque el cuerno afilado del destino aguardaba
en la esquina del mundo, donde se llega siempre
despacio, como llega, inexorable y clara,
la hora de los clarines y el grito de la gente
y el perfil ya borroso del peón de confianza
que mete el puño sucio en la cueva profunda
de la herida y ya todo
es dulce y frío y sube por las venas del muslo,
sobre el hule manchado por otras sangres viejas.
-David, ¿dónde está el toro? Pelu, ¡cómo me duele
esta tarde la pierna!
No veo, don Luis. Pinturas, échame otro capote
encima, que la noche
está fría en este campo
de escarcha de la muerte.
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